Diario de León

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La regeneración vegetal después del fuego

En los montes de Castilla y León predominan las especies con posibilidades de regenerarse con rapidez después de un incendio. Las primeras que aparecen son las mismas que ocupaban previament

Publicado por
T. García y C. Galván - león
León

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El número de incendios forestales y la superficie quemada en Castilla y León se asocia al incremento de las repoblaciones forestales y ya en las últimas décadas a los cambios en los usos tradicionales del monte. León es la provincia que registra las cifras más alarmantes y la distribución de los incendios se asocia principalmente con las áreas cubiertas por pinares, robledales y matorrales. El páramo leonés, puede clasificarse como de menor riesgo, aunque todavía son muchas las actividades agrarias que utilizan el fuego como práctica de eliminación de barbechos y puntualmente pueden ser la causa del inicio de incendios de mayor envergadura. Las estadísticas de los incendios en los últimos años muestran grandes oscilaciones, acordes con las características climatológicas, pero se aprecia una tendencia clara a la disminución de la superficie quemada, relacionada con un incremento notable en la inversión en medios de prevención y fundamentalmente de lucha contra el fuego. Con el fin de estudiar la grave problemática de los incendios forestales, el Área de Ecología de la Universidad de León creó el grupo de Ecología del Fuego, dirigido por el catedrático de Ecología Estanislao de Luis, cuyas investigaciones comenzaron en 1980. Robledales, pinares y matorrales La superficie de robledales incendiados en León supone el 19% del total quemado. El roble suele sobrevivir a los fuegos de superficie, salvo los ejemplares muy pequeños, porque sus troncos son delgados y la corteza no está desarrollada como para proteger del calor a los tejidos vivos. Cuando su parte aérea es destruida por el fuego se produce un activo rebrote, con un crecimiento muy rápido pudiendo alcanzar 3 metros de altura a los cinco años del incendio, aunque luego se mantienen así más de quince años. Los de tronco más grueso resisten bien y aunque en algunos casos se secan las ramas inferiores, el resto de la copa conserva su vitalidad. Por tanto, la respuesta de esta especie al fuego es bastante buena. Sin embargo, si se producen quemas continuadas surgirán formaciones de matorral de roble, muy densas y por tanto mucho más susceptibles a nuevos incendios, y muy lejos de la situación óptima de bosque maduro. En cuanto a las coníferas, representan el 60% del total de comunidades leñosas quemadas. Entre ellas, Pinus pinaster es una de las más afectadas debido a las resinas inflamables que favorecen el inicio y la propagación de los mismos. Desde el grupo de Ecología del Fuego las profesoras Reyes Tárrega y Leonor Calvo estudian el pinar de la Sierra del Teleno, que sufre de forma frecuente incendios forestales, entre los que destacan los de 1991, 1997 y 1998. La posibilidad de recuperación de P. pinaster se lleva a cabo exclusivamente por la apertura de las piñas y la diseminación de sus semillas, que germinan al poco tiempo del incendio. Además, produce semillas con amplia gama de intensidades de dormición, como mecanismo de adaptación para alcanzar la regeneración en zonas de condiciones meteorológicas irregulares, que permiten que la germinación se prolongue en el tiempo para evitar que condiciones meteorológicas adversas produzcan fallos en la regeneración de la comunidad. Por lo que se refiere a los matorrales, ocupan el 33% de la superficie de la provincia de León. Su origen se puede buscar en los incendios forestales, de tal manera que las áreas que inicialmente estaban cubiertas por bosques quedan reducidas a sus etapas seriales de matorral. Entre las causas de la aparición de estas comunidades están la tala de bosques, el abuso del pastoreo, quemas paras producir más pasto o desbroces para obtener leña.

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