El paisanaje
Canuto para dolor de muelas
ENTRE LAS promesas electorales más llamativas que estos días han hecho los candidados de los principales partidos del país, señores Rajoy y Zapatero, destacan dos, ambas relacionadas con la sanidad pública, las cuales explican que todo aquel que puede permitírselo vaya de pago a la clínica San Francisco y no al médico del Seguro. Aun a riesgo de dejar herniada la cuenta corriente. Dice Mariano Rajoy que, si asciende de vicepresidente a presidente, tendrán dentista gratis a efectos de ortodoncias y demás empastes -los simples sacamuelas ya salen de balde en la Seguridad Social- todos los menores de 16 años y mayores de 65. Se trata, sin duda, de un proyecto de gobierno barato y fácil de cumplir, dado que escasean entre los primeros quienes pierden precozmente los dientes de leche -salvo que se los parta su padre de una bofetada, casi siempre con razón- y, respecto a los segundos, las dentaduras a cuidar se resumen en el chiste aquel de en qué se parece un cocodrilo a una excursión de pensionistas del Inserso: pues hombre, Mariano, en que el cocodrilo tiene dos ojos y cien dientes y el autobús, justo al revés, cien ojos y sólo dos dientes. Seguramente a los asesores del gallego no les ha salido aún la muela del juicio. En cuanto al paisano Zapatero ha prometido igualmente legalizar el consumo del porro «a efectos medicinales» como «terapia contra el dolor», tal como suena. Y eso también es de agradecer en un tiempo en que está prohibido fumar tabaco, que era lo clásico en horas de trabajo, aunque duela la cabeza. Puede ser una alternativa. Es más, la iniciativa del líder socialista, sabiamente combinada con el diagnóstico del médico de cabecera si del PP, podría ser, incluso, llevada al cine, dando lugar a escenas dignas de Berlanga. Por ejemplo: «a las buenas tardes que tenga usted ¿Es aquí la farmacia de guardia? Pues me ponga veinte gramos de maría y el librito del fumeque, que es para una muela dolorida». A lo cual respondería el farmaceútico: «tiene usted, en efecto, mucha jeta, probablemente debida al flemón, así que tómese doble dosis el primer día y luego un canuto cada ocho horas». «En cuanto al tabaco y el alcohol», añadiría el farmaceútico, «no se preocupe usted, porque potenciarán los beneficiosos efectos medicinales de la marihuana, pero no los mezcle con antibióticos, porque son contraproducentes». Si estas cosas son las que proponen personas tan solventes como Rajoy y Zapatero seguramente es porque piensan que están científicamente probadas. Así que más vale acudir al curandero, que suele recetar extrañas infusiones de yerbas alucinógenas con las que alucinas igual, pero por lo menos no te arrasan los pulmones por prescipción facultativa ni le declaración de le renta. «Lo mejor sería», comentaba ayer el camello de mi barrio, que nunca ha tenido esquina ni trabajo fijo, «que nos colocaran a todos de celadores en el hospital». No se sabe aún lo que deparará, a mayores de lo anteriormente dicho, esta campaña electoral que no ha hecho más que empezar. Es posible que en la carrera entre el PP y PSOE por mejorar el bienestar psicofísico de los españoles del siglo XXI Gaspar Llamazares, el de IU, se les adelante pidiendo la despenalización de la raya de coca en favor de las oenegés que operan en los Andes. Sería aún más flipante, aunque presente algunos efectos secundarios: cómo pagar después a tanto otorrinolaringólogo en la Seguridad Social. Pero en cuanto a cómo abastecer el negocio de las farmacias, que ya se traspasan a cien kilos o más sólo por expender aspirinas, para eso está Sito Miñanco. Pregundado el otro día sobre cómo va en su barrio la campaña electoral y tal y cual, el cura de San Francisco de la Vega, o sea del Crucero, de nombre Anexio, no tiene pérdida, no sabía nada de las peculiares recetas de los partidos políticos mayoritarios. Estaba acompañado, a la salida de misa del domingo, del también colega y sociólogo, reverendo Prisciliano Cordero del Castillo, y de otro más cuyo nombre no se recuerda -y que perdone- todos oficiantes en una barriada donde nunca han pedido receta para aliviar con la maría los males endémicos de la zona: los jóvenes -naturalmente una minoría, ojo, pero la hay- pasan ampliamente de farmacias y dentistas, en tanto que los viejos tienen que aliviar sus postreras dolencias esnifando un farias antes de encenderlo, que es para lo más que les da la pensión. En cuanto a otras promesas electorales de interés para la zona, el párroco Anexio y compañía se limitaron a comentar en nombre de los feligreses lo siguiente: «bueno, puede que haya suerte, porque estamos esperando que los políticos nos visiten otra vez este año por lo del paso a nivel del Crucero».