Otra vez no

UNA VEZ MÁS el Partido Popular rechaza la petición de la oposición para que comparezca Aznar en la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados para explicar en qué informes se basó para apoyar la guerra de Irak o cuáles fueron los motivos que le indujeron a ello. Siguen escudándose en una peregrina interpretación de la letra del reglamento para negarse a ello, aduciendo que mientras que las Cortes estén disueltas la Diputación Permanente solamente puede reunirse para asuntos de gran trascendencia. O sea, que esto es algo sin importancia, algo que al presidente Bush le trae por la calle de la amargura, lo mismo que a Tony Blair, y que puede costarles muy caro, tan caro como perder las próximas elecciones. Pero es que aquí todo es distinto, que Spain is different , como en los buenos tiempos. O sea, que durante cuatro largos meses el Gobierno podría hacer lo que le viniera en gana, sin la más mínima posibilidad de ser controlado por los representantes de la soberanía nacional. Muchos catedráticos de Derecho Constitucional se echan las manos a la cabeza. ¿No sentían ustedes sana envidia el otro día, cuando George W. Bush afrontaba en televisión una entrevista incomodísima, hecha por un periodista independiente que no se casaba con nadie, después de haber tenido que ceder en el tema de la comisión de investigación? Lo que ocurre en este país no ocurre en ninguna otra democracia del mundo. Se lo puedo asegurar. No es un topicazo clásico. Parece que la oposición va a recurrir al Tribunal Constitucional esta reiterada negativa del Gobierno a dar cuenta de una cuestión de primerísimo orden. Si así fuese, se supone que el Tribunal Constitucional daría su respuesta antes de las elecciones generales del próximo 14 de marzo, ya que en caso contrario no serviría para nada. En cualquier caso, hay que preguntarse cómo es posible rechazar un asunto así y encima escudándose en interpretaciones reglamentistas. Estamos rebasando todas las cotas imaginables. El comportamiento de todos ellos debería ser ejemplar, precisamente porque estamos en vísperas de que el pueblo se pronuncie en las urnas, tiempo en el que adquiere el mayor sentido el respeto a las reglas de la democracia.