Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

¿Otro mundo es posible?

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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LO QUE OCURRE, lo que nos sucede a los españoles de todos los colores es que el sutilísimo sistema establecido para la comunicación entre los seres humanos y mejor conocimiento de los fenómenos que se promueven a su alrededor, cierra sus postigos y aquí no se entera nadie de nada. Ahora bien, o por mejor decir, ahora mal, tan sólo se entera de aquello que le importa al manipulador para el mejor dominio de los descerebrados ciudadanos. Está claro ya, que de lo que se trata no es de proponer y disponer de un mecanismo leal mediante el cual nos sea posible a los vecinos, electores y contribuyentes, conocer de qué pie político cojea la comunidad y a qué santo atenernos en nuestras oraciones. Se dirá de nosotros que estamos errados, con o sin hache, según se mire, pero no que estemos desinformados. Y el caudal de información que se nos proporciona y permite, es el que se prefiere para la modelación del ciudadano demócrata progresista. Por ejemplo: ¿Qué sabemos los vecinos de León y sus alfoces del IV Foro Social Mundial, que se está celebrando en Bombay, con asistencia de representaciones cimeras del sistema capitalista universal y la réplica paralela de más de cien mil miembros de la Institución Universal de la globalización de la pobreza? No sabemos absolutamente nada, porque los medios encargados de recoger estos datos verdaderamente transcendentes de la vida del ser humano en la tierra, habilidosamente desvían las propuestas hacia temas de absoluta frivolidad como pueden ser y son las demandas deportivas o las representaciones lúdicas con marcada inclinación erótica. Se trata de corromper el cuerpo social universal hasta convertirle en un instrumento de dominio. De vez en cuando, por entre los resquicios que dejan las ordenanzas, se escapan consignas como la de «globalización, sí, pero desde abajo». Y entonces se escucha un rechinar de goznes viejos. Y hasta se concede licencia para que los cerebros mejor organizados del universo mundo, insistan en la tremenda pregunta de nuestra hora: «¿es otro mundo posible?». Mientras meditamos, precisamente en ese mundo que se destruye, mueren de hambre, de desatención, de enfermedades, de villanías sociales, millones de seres humanos: Niños en bandada que se alistan para soldados o que se resignan a cederse en trozos para curar enfermedades de señoritos. Estamos seguros de que «Otro mundo es posible», con la condición de que no se confundan estas demostraciones globalizadoras del hambre, con zafias verbenas. Cuando, desde alguna esquina del mundo, alguien sugiere la idea de que con lo que los Estados piratas se gastan en empobrecer y aniquilar el mundo, podría regenerarse un planeta cada vez más desigual e inseguro, más encanallado y miserable, sentimos que algo que tiene que ver con la conciencia se quiebra y lodos nauseabundos nos invaden. Y oiga, que Dios se lo tenga en cuenta y le premie todos los sacrificios que soporta con amor desde su ong para abrirle un pozo a los campesinos resecos del Altiplano, pero no es eso, no es eso...

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