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Publicado por
Antonio Núñez
León

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HAY GENTE que todavía cree en milagros, por ejemplo el de la resurrección de Lázaro (el alcalde leonesista de Villaquilambre, no el de la Biblia, que está documentado) y, en consecuencia, se afana en predicarlos incluso antes de que se produzcan. Esto último tiene todavía más mérito y es el caso de quienes pronostican que Lázaro Bayón , al que le queda una semana para la moción de censura del PSOE y el PP, que suman entre los dos nueve concejales frente a los ocho de la UPL, sobrevivirá en la alcaldía a pesar de las matemáticas electorales o, mejor, de las sumas y restas que después pactan los partidos. El caso de Villaquilambre no tendría mayor importancia si no fuera porque alcaldes lázaros hay a manta en todo el territorio nacional, enterrados o desterrados a la oposición a pesar de ser los candidatos más votados por la gente. Basta un pacto poselectoral a dos, tres o más bandas de los partidos minoritarios para tumbarlos de carambola en la tumba por cuatro años: Amilivia en León, en La Bañeza cuatro alcaldes de una sola tacada durante la pasada legislatura, en la Generalitat catalana tres por uno, en Cantabria lo mismo y en la Comunidad de Madrid no pasó lo mismo por poco, hace sólo seis meses. Todos los lázaros que ganan las elecciones en su pueblo deberían seguir de alcaldes, aunque no tengan mayorías absolutas, y el resto de los partidos quedar en la oposición para sacarle los colores, si el Lázaro de turno se pasa de prepotente. Esto sería lo normal en pura teoría democrática, dicho sea en favor de Bayón, el Lázaro con más votos aquí al lado, en Villaquilambre. Lo que pasa es que, en la práctica, o te vacunas con una mayoría absoluta o corres el riesgo de quedar de baja hasta la legislatura siguiente, tal como viene la gripe política este año en el contagio de los pactos. Sería una bobada analizar ahora quién tiene la culpa de la crisis de Villaquilambre y por qué ha subido la fiebre. O, ya puestos, la del Ayuntamiento de León capital, o la del de Villamanín, o la de La Bañeza, donde afortunadamente ya ha bajado algo la calentura. O la de Caja España. También se perdería democráticamente el tiempo, porque el contagio de los pactos está generalizado y sólo los analistas muy finos sabrían distinguir si estamos ante una endemia, una epidemia o una pandemia a lo bestia. Probablemente haya mucho político profesional que no crea en este tipo de patologías de la democracia por la cuenta que les tiene, como tampoco cuando uno era niño creían en los microbios algunos médicos del Seguro para no comprometer su prestigio profesional en la receta, que siempre era el mismo antibiótico, unas veces para las anginas y otras para las paperas, daba igual, de modo que nuestra generación terminó inmunizándose contra la tosferina Ya de mayor y razonablemente repuesto del virus de la política, aunque aún convaleciente -si no escribiría de otra cosa-a un servidor le da el pálpito de que la defunción de Lázaro es inminente, salvo que vaya a un médico de pago: te pongo un chaflán aquí, un solar edificable más allá, dos plantas más de altura en la esquina, una contrata donde se tercie, etcétera, tras lo cual podría descansar en paz pero vivo y en la alcaldía. Tendría, no obstante, que dosificar prudentemente la dosis, valga la redundancia, y dejar algo de excipiente para otros partidos: una dedicación exclusiva aquí, un par de cuñadas contratadas en tal o cual negociado allá, el jefe de los gendarmes es nuestro, pero el cabo puede ser de UGT, también etcétera. Según la medicina china, la mayor parte de las enfermedades se deben a un desequilibrio entre las energías positivas y negativas -el yin y el yan - o entre el equipo de gobierno y la oposición a efectos de Villaquilambre, que, si no se resuelte a tiempo, deriva en depresiones, pactos infectos, prepotencia (esquizofrenia de poder) y demás síntonas de que algo anda mal. Y, cuando Lázaro haya cascado, de poco va a valer que le hagan la autopsia al Ayuntamiento. Con permiso del señor juez y por si a alguien en este atestado se le ocurriera poner una querella por desacato a la autoridad municipal uno había pensado hasta cambiar el título de este modesto artículo por falta de pruebas sobre la doble vida de los alcaldes a efectos de urbanismo, contratas y demás actos administrativos, que es de lo que viven hasta que les tira por el balcón del ayuntamiento otro que quiere vivir aún mejor. «No te metas en líos», me ha dicho mi abogado». «¿Y si pongo lo de Rascayú, cuando mueras que harás tú», pregunté yo. «Podría valer», respondió el letrado, «pero, si caes en el paro, no te van a recomendar ni para enterrador». Hay que ver cómo está la vida.

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