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A ESTAS ALTURAS de la corrida y del carnaval político ya se han agotado todas las chirigotas y sacapuntas que han venido provocando las siglas de campaña electoral socialista, el zetapé de marras, el petazeta, el zape y el zorro-pájaro, el Zapatero for President, como dijo un líder de ese partido sin cortarse en su inglés de Azadinos, Zapa en la intimidad, zapador en los pactos, zapatiesta catalana, zapirón de ratonera... No hemos sido muy ingeniosos con el chiste tan fácilmente brindado. Cierta gracia sí la tuvo la interpretación del ZP que hicieron los humoristas del Jardín de los Bonsais, para quienes las siglas insinúan inequívocamente aquel famoso champú de la telepubli que decía combatir como ninguno la caspa porque su base química se fundamentaba en el zinc-piritione que era una zp en la etiqueta. A esta España le sobra caspa y abulia, tiene los hombros nevados de escamilla blanca; es un país escamado, pero sin champú, así que la caspa política no se nos irá ni con la espuma ZP ni con aceite de yoyoba o esencias de mango. Dudan muchos sobre la eficacia del apocado eslogan, tan americanote él, tan críptico y rotundo, y piensan que mejor hubiera sido adoptar la consigna de los socialistas madrileños, «si votamos, les echamos», porque está más que claro que el triunfo de la izquierda está en los que se quedan y se abstienen porque andan escamados de ver tanta caspa sobre una chaqueta armani, que la pana ya es historia. Lo que inquieta del lema en anagrama, del logo del Zorro, es su perversión política, pues se entendía que estas elecciones eran generales, no presidenciales, se suponía que es el socialismo quien ha de ganar, no su líder. El caudillismo español nació con Viriato, pero no murió con Franco. Es como decir «más tiran dos zapatetas que diez carretas». Reducir el discurso político a sólo dos letras no es buen síntoma. Aquí se está robando algo, faltan palabras (luces y taquígrafos se jubilaron hace tiempo). Esto parece un mercado y las elecciones una industria. Peor lo pone Rajoy; su PP lo entiende como presidente-presidente, no alberga dudas, lo tiene ganado, sobran palabras y leña al mono (aunque se la pida Aznar), hurta el debate, la tele es mía, a callar es su estrategia. Y lo resuelve todo diciendo que Zinedine Zetapé no es un crack ni tiene toque. Tela.