Diagnóstico y tratamiento
Ante la sospecha de que exista la enfermedad el especialista podrá confirmar y determinar su severidad mediante un examen físico de las articulaciones, la realización de radiografías, la extracción de una muestra de líquido sinovial (si se trata de la rodilla) y un análisis de sangre que permite descartar otras enfermedades. Como es una enfermedad crónica y progresiva, las medidas terapéuticas se dirigen a disminuir el dolor, mantener la movilidad e intentar no llegar a la incapacidad. Entre los tratamientos utilizados están el farmacológico (analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos) y la aplicación de calor antes del ejercicio para aliviar el dolor y reducir la duración de la rigidez, la pérdida de peso en los pacientes obesos o hacer ejercicios suaves (que no produzcan dolor) con las articulaciones enfermas para evitar su flaccidez y fortalecer los músculos. Son recomendables, la natación, ejercicios en el suelo o suaves paseos, siempre bajo control médico. Si está afectada una extremidad inferior, el uso de bastón en el lado sano reduce el peso que soportan las articulaciones, y si se trata de osteoartritis de cadera es conveniente el uso de muletas si ambas están afectadas. Nunca es recomendable la inmovilidad. La cirugía ortopédica (prótesis articulares) para suprimir el dolor y restaurar la función está reservada a los pacientes con articulaciones gravemente dañadas en los que haya fallado el tratamiento médico agresivo.