El Alto Tribunal acusa al párroco de intentar penetrar a los jóvenes
Elevan de 15 a 21 años la condena a un cura que abusó de seis chicos
El Supremo reconoce la responsabilidad del Obispado en el pago de las indemnizaciones
El Tribunal Supremo (TS) elevó ayer de 15 a 21 años de cárcel la condena impuesta al ex párroco de Baredo (Pontevedra), Edelmiro Rial Fernández, por una serie de abusos y agresiones sexuales a los que sometió a seis chicos de entre 14 y 16 años de edad, cinco de ellos sacristanes de su parroquia, y el otro, un alumno al que daba clases de Religión, cometidos a lo largo del año 2000. El Supremo aumenta la condena al estimar que dos de los delitos que fueron considerados abusos por la Audiencia de Pontevedra, fueron en realidad agresiones sexuales en grado de tentativa de penetración anal, ya que se produjo fuerza y violencia por parte del cura para conseguir sus propósitos, aunque no lo logró por la oposición de los menores. Asimismo, el Supremo confirma la responsabilidad civil subsidiaria del Obispado de Tui-Vigo en el pago de las indemnizaciones reconocidas a los menores, que ascienden a un total de 44.000 euros. La sentencia destaca que el Obispado tenía la obligación de vigilar la actuación del acusado, ya que fue quien le nombró párroco de Baredo y Baíña, ambas localidades del municipio pontevedrés de Bayona. El Supremo, en sentencia de la que ha sido ponente el magistrado Julián Sánchez-Melgar, considera al párroco autor de nueve delitos de abusos sexuales, otro más de abusos sexuales agravado por acceso bucal, y de dos delitos de agresión sexual en grado de tentativa de penetración anal. Agresiones y no abusos El alto tribunal estima el recurso de la acusación particular, apoyado por la Fiscalía, que pedía que los dos abusos sexuales que incluyeron tentativa de penetración anal, según los calificó la Audiencia de Pontevedra, fueron en realidad agresiones sexuales intentadas (con una pena más alta que los abusos). El Supremo comparte esta tesis e indica que en esos dos casos, el cura intentó penetrar analmente a dos de los chicos usando la fuerza, es decir, con la violencia que permite considerar los hechos agresiones sexuales. No obstante, el ex párroco no pudo culminar sus acciones porque los chicos lo impidieron.