Morir en España

TAL COMO MARCABA el guión, así que las elecciones se van consumando y consumiendo, saltó la noticia, el suceso: la ETA propuso que los especialistas en matanzas públicas y privadas, dejarán de matar en Cataluña si el viento no cambia de dirección, a fin de que tanto los vascos como los catalanes procuren encontrar una vía de arreglo. No se dice qué clase de arreglo, porque tampoco hace falta cuando el proponente tiene extendida ficha en todas las Comisarías de España, de Europa, de América y posiblemente también de Oriente y de Oceanía. La ETA anuncia una tregua parcial. Según el espíritu que de la misma proposición se desprende, el hecho de que no se mate en Cataluña no quiere decir que se decida impedir toda clase de violencia en el resto de la Península. Por ejemplo en Mérida o Ciudad Rodrigo o en León, por no ir más lejos. La información, recogida con presura y con escepticismo por todos los medios de información, incluido éste, causó no diré que sorpresa, porque los españolitos ya estamos curados de cualquier forma de sorpresa y más aún en tiempo de elecciones, sino con estupefacción. ¿A qué venía tan estrafalaria propuesta, si no es para introducir confusión y desasosiego en la vida española? Los mecanismos mediáticos se apresuraron a sacar consecuencias y sobre todo a ver el modo de aprovechar la coyuntura para endosar el tanto de culpa que procediere, al partido rival, considerando sobre todo que, dado que el promotor del escándalo ha sido, o al menos se le atribuye, el secretario general del partido de Ezquerra de Cataluña, y de que en el resto del país no existen centros republicanos que puedan adherirse a su presunta acción, perfectamente se puede endosar el estropicio a cualquiera. Y ante la posibilidad de que le puedan ser atribuidas concomitancias con la dicha Ezquerra de Don José Luis Carod Rovira, sin esperar a otro tren, se han apresurado a colocarse en el de Gran Velocidad para declarar, con la mano puesta en la Constitución vigente, que la propuesta que se ha tenido la osadía de ofrecer es una traición, una bajeza, una alevosa asechanza contra los sagrados principios de la Democracia.Todos a una, como los de Laguna, hemos repetido una y mil veces que no tenemos ninguna relación ni con el señor Rovira ni con Eta y que a nosotros que nos registren. Y naturalmente nos adherimos, como un solo hombre, a los discretos y eficientes paisanos que en lugar de jugar a inventar frases establezcan de una vez para siempre que con los alzados en armas, con los violentos, con los bárbaros no hay otro arreglo o solución que la entrega de sus escopetas y el rendimiento legal de sus culpas. Lo que no se puede ni se debe sostener es la ambigüedad, la confusión, el gambeteo político, precisamente a cuenta de la vida del ciudadano pacífico. España necesita la paz precisamente para erradicar los motivos sociales de la violencia, el hambre, el paro, la desigualdad, la mentira y es absolutamente canallesco que extraviados desnortados convierten sus palabras en nauseabundos modos de conducirse. La banda, el partido, la institución o lo que fuere la Eta no tiene ya razón de existir en una España que necesita paz, paz, y paz. Y desde León, utilizando arengas de origen vasco, nosotros también pedimos la paz y la palabra.