Diario de León

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VEINTE MIL POLLITOS de un día volaron de la Norteamérica del Norte hasta granjas castellanas y no es fenómeno natural ni migración de especie; es que el planeta también se ha hecho aldea global en asuntos del comer y de pocilgas; en el súper de tu barrio puede recalar un fletán indonesio lo mismo que un melón hondureño que pasa por manchego. Esto de ahora es asunto de pollos y pollas. Recae sobre este piopío la sospecha de la gripe aviar que constipa de muerte al sur asiático y que ahora se detecta en Tejas para que vayamos todos apretando el culo y encendiendo una vela a santa Barbarita Gallinera. Los virus corren hoy por el globo con velocidad de internet y los pollos con un día ya saben subirse a un avión cuando la mayoría de abuelas de este reino tuyo ni siquiera han pisado un aeropuerto. Cosas veredes... El miedo guarda la viña y se ha alborotado con protestas el corral de los avicultores, pues ven que mientras dure la marejada informativa la gente pasará de comer tanto pollastre como come y se decidirá por una hamburguesa de vaca «que tú bordaste en loco ayer». Pasado mañana se volverá al filete de pechuga rebozada en los menús del día y a las alitas rebozadas que te endilgan con una caña de cerveza. Es lo que pasó con la encefalopatía esponjiforme que ya nadie recuerda qué coños es cuando se lanza a la cama elástica de un chuletón sangrante. Se paliará la crisis avícola diciéndonos que no son pollos de granja, sino «camperos», que son exactamente lo mismo, pero sacándoles un rato cada tarde al patio y comiendo la misma porquería de estrógenos y finalizadores para que puedan ser comercializados a los cuarenta días, que es lo que tarda un pollo desde el huevo al gancho de la charcutería, admirable crecimiento, gran milagro. Con los pollos de corral caben parecidas sospechas; ¿de qué corral? Y si alguien te dijera que es pollo tomatero el que te vende, lleva la patraña a tribunales; aquí ya no queda nadie criado con tomates que no sea Trillo, vaya pollo. Mientras, el que hoy cría gochos se frota patas y orejas; es su turno; pero no voltee campanas, mañana será la vez de un rebrote de la peste porcina africana que ya cerró puertas a nuestros jamones durante décadas y aquí tuvimos que comerlos todos sin mayor duelo, viva la lonchita y saca el vino, cheli, para el personal.

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