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La sociedad belga recuerda las excavadoras y el rescate de cadáveres de niñas en su jardín

Bélgica inicia el juicio contra el mayor criminal pederasta en serie

El «monstruo de Charleroi» intenta probar la existencia de una red para el abuso de menores

Marc Dutroux, con la cara cubierta, al lado de su mujer, ayer en el inicio del juicio en Bélgica

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Domingos Sampedro - bruselas | corresponsal
León

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Ha sido visto con barba, delgado, entrado en grasas, con gafas y sin ellas. Pero el bigote y semblante lacónico, incluso un poco adormecido, eran ayer las señas de identidad de Marc Dutroux en el momento de comparecer ante el Tribunal de Arlón (sur de Bélgica) que lo juzgará por una carrera sin fin de crímenes en serie, que van desde el secuestro, tortura y violación de seis niñas hasta el asesinato de cuatro de ellas. El proceso contra el llamado monstruo de Charleroi, apodado así por la prensa belga, se abrió ayer en medio de la polémica. El propio Dutroux se encargó de hacer llegar a una cadena de televisión flamenca un texto escrito de su puño y letra en el que deja entrever que él no actuaba en solitario, sino que únicamente era una pieza más de una vasta red de pederastia, incluso de vínculos internacionales. «La gente quiere creer que soy el centro de todo. Se equivocan», dice en su nota la persona más odiada del país. «He hecho cosas de las que no soy el motor -añade-. He sido instrumentalizado por otros, ellos mismos instrumentalizados por otros». Junto a Dutroux, en el banquillo se sentarán su segunda esposa, Michelle Martin, que supuestamente le ayudó a elegir y a secuestrar a las niñas, así como Michel Lelièvre, un toxicómano de bajos fondos que cooperaría con el monstruo Dutroux a cambio de heroína y dinero. El cuarto inculpado es Michel Nihoul, un hombre de negocios, todos ellos de escasa reputación, que podría ser en enlace entre los sótanos en los que Dutroux encerraba vilmente a las niñas y los clientes que formarían parte de la supuesta red de pederastia. El ideólogo de la red pedófila es el propio Dutroux, pues esta tesis únicamente parece sostenerse por sus testimonios. «¿Está Nihoul implicado en los acontecimientos? Evidentemente! Es la bisagra», sostiene sin tapujos el hombre que sepultó en su jardín a dos niñas y que dejó morir de hambre a otras tantas. El juez de instrucción Jacques Langlois cortó de raíz esta tesis, en contra de la opinión del fiscal. La sociedad belga asiste a la apertura del proceso contra Dutroux con el corazón encogido. Pese a que han transcurrido siete años y medio de la detención del monstruo en la mente de muchos todavía está fresco el recuerdo de las pequeñas Sabine y Laetitia, rescatadas por la policía con vida, y de las excavadoras explorando los jardines de sus propiedades a la búsqueda de más cadáveres.

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