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YA SE SABE que campaña electoral y cordura suelen ser realidades que tienden a excluirse mutuamente. La actualidad me confirma lo útil que resultaría limitar por ley la participación de los titulares de determinadas carteras ministeriales en los actos de las campañas electorales, sin dejar por ello de ser candidatos a la reelección como diputados. Sería el caso de los ministros de Interior y Defensa y, quizás , también, el del ministro de la Presidencia si entre sus competencias figuraran la relacionadas con el CNI. ¿Por qué una medida tan drástica? Pues porque la propia naturaleza de las mencionadas encomiendas así lo aconseja. Al margen de su condición de dirigentes que pertenecen y proceden de un determinado partido político, tengo para mi que estar al frente de ministerios como Defensa o Interior es tarea que coloca o debería colocar al responsable de turno en un plano inequívocamente institucional. Ministro de todos. También durante la campaña electoral. Que sus compañeros de partido digan lo que tengan que decir y critiquen lo que crean oportuno criticar pero ellos, no. Que no entren en batalla descalificando a éste o aquel quienes tienen la obligación de protegernos a todos de las amenazas externas (ministro de Defensa) o internas (ministro del Interior). No hablo de ministros mudos, sólo pido que sean prudentes y es por eso que me gustaría verlos fuera del 'ring' de las campañas electorales, alejarles de ellas porque de todos es sabido que son ocasiones en las que por exigencia del guión a todos los políticos se les calienta la boca. Tanto como para que personas inteligentes de, repente, dejen de parecerlo o que quienes tenían acreditada amistad con la prudencia, dejen, también, de serlo. De la misma manera que hemos asumido que quienes ocupan la presidencia del Congreso o del Senado han de esforzarse para rechazar la tentación partidista, también deberíamos poder poner la televisión sabiendo que nunca, bajo ninguna circunstancia, habríamos de ver a los titulares de Interior o Defensa diciendo cosas en nombre de un solo partido. Que lo hagan sus compañeros, es lógico, pero, a ellos, por la naturaleza de la encomienda recibida, deberíamos exonerarlos de bajar a la arena electoral porque ya se sabe que es lo más parecido a un circo. Y todos sabemos qué es lo que pasa en los circos.