Compostela puede esperar
Una lesión obliga a Miguel Basurko a abandonar, en Hospital de Órbigo, la aventura de cubrir corriendo los 789 kilómetros que separan Roncesvalles y la capital gallega
La enésima locura del gran ultrafondista berciano Miguel Martínez Basuko no ha tenido un final feliz, aunque lo tendrá, tarde o temprano. En esta ocasión se había propuesto recorrer los 789 kilómetros que separan Roncesvalles de Santiago de Compostela, corriendo, naturalmente, en sólo doce días. Pensaba hacerlo con la única ayuda moral de su habitual compañero de fatigas, Luis de la Mata, que además aprovechó la ocasión para dar testimonio, a través de su inseparable y audaz objetivo fotográfico, de un episodio incompleto por capricho de las circunstancias. Y es qe la situación se volvió en contra del atleta villafranquino ya desde el primer día, cuando el temporal de nieve que se anunciaba sobre la zona pirenaica no había hecho aparición. Eso le aconsejó empezar a correr nada más bajar de la furgoneta que le transportó desde Ponferrada, sin tiempo para descansar, con el fin de ganar metros antes de la tempestad. Su estrategia no impidió que la nieve fuera compañera de camino durante muchos kilómetros, convirtiendo la ruta en un verdadero calvario. Se perdió en el Alto de Pedrajas, cuando el blanco elemento cubrió las señales que indicaban el recorrido jacobeo. Kilómetros después se torció el tobillo, pero no le dio mayor importancia al asunto porque Basurko está hecho de una pasta inusual. Pese a su reconocida tozudez, Miguel es de carne y hueso. Pudo comprobarlo cuando el desgarro que sufrió en los tendones de su peroné izquierdo empezó a mostrarse con un dolor insoportable que le hizo abandonar entre Villadangos y Hospital de Órbigo. Mientras se recupera, ya piensa en finalizar la misión para rendir cuentas ante el Apóstol.