Diario de León

Gente de aquí | La aventura en Bosnia

Soldados en misión de paz

Un grupo de 22 militares del Ralca 62 de Astorga acaba de regresar de una operación multinacional de estabilización en Mostar, junto a tropas francesas y alemanas

El grupo que viajó a Mostar-Ortije posó para una foto de familia

El grupo que viajó a Mostar-Ortije posó para una foto de familia

Publicado por
Maite Almanza - astorga
León

Creado:

Actualizado:

Cuando comienzan a entremezclar los recuerdos de Mostar-Ortijes, el enclave de Bosnia en el que pasaron los últimos seis meses de su vida, les brilla la mirada y gesticulan profusamente. El comandante Antonio Caracena, el teniente Joaquín Armesilla, y los soldados Desireé Martínez y Alberto Llamera están recién llegados de un país que aún se lame las heridas de la guerra. Junto a una veintena de militares del Regimiento de Artillería Lanzacohetes de Astorga número 62 dirigieron la unidad de apoyo multinacional del cuartel general de la Brigada Multinacional Sureste. Compartieron esfuerzos con tropas francesas, alemanas e italianas, y trabajaron codo con codo con 69 civiles oriundos de la zona. Protección y seguridad en la base, misiones humanitarias, o labores de inteligencia y apoyo logístico, fueron sus principales cometidos. Pero lo que más les marcó fue ver pedir limosna por las calles a niños y ancianos, contemplar los coladores en los que la contienda convirtió a los edificios de determinados barrios de la zona, o asistir a la desesperación de la población, que les tiraba literalmente de la chaqueta cuando anunciaron su marcha, por temor a que Bosnia vuelva a convertirse en el polvorín que ha sido históricamente. Tropa y mandos aseguran que la experiencia les ha enriquecido personalmente, aunque lo más duro fue la distancia física con la familia, con la que, sin embargo, mantenían periódico contacto por Internet o por teléfono. Dicen que se sintieron en peligro cuando soplaba el boura, un viento huracanado que hacía volar tejados y arrastraba coches, y que tuvieron que soportar en tres ocasiones, una de ellas en Navidad, cuando les dejó sin agua, sin luz y sin calefacción. No obstante, creen que el mayor riesgo del país es moverse por un territorio minado que constituye uno de los recuerdos más palpables de la guerra cruel. Los cuatro militares explican que la población civil, que en el interior de la unidad trabajaba en la limpieza, el mantenimiento, la cocina, e incluso como periodistas o intérpretes, sentía una especial cercanía hacia los españoles, que desde el primer día se tomaron la molestia de intentar aprender su idioma. Varios de los astorganos, como la soldado Desireé Martínez, dedicaban parte de su tiempo libre a realizar tareas humanitarias, como visitar en un orfanato bosnio a los niños el día de Reyes para llevarles regalos. Mandos y tropa coinciden en señalar que, además de la lacerante situación económica generalizada que lastra las posibilidades de resurgimiento del país, los civiles arrastran marcados daños psicológicos derivados de la contienda. «Ellos creen que no tienen futuro, que su futuro es drogodependiente de nosotros», explica el comandante Caracena. Sin embargo, los astorganos mantienen la esperanza de que las nuevas generaciones, que aspiran al modo de vida occidental, superen viejas barreras y no repitan la historia de sangre y violencia de sus ascendientes. Ello sería la mejor recompensa para quienes acaban de volver de un país acribillado a balazos.

tracking