Diario de León

El paisanaje

Que los dejen solos

Publicado por
Antonio Núñez
León

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LA GENTE taurina, que es muy suya, aún recuerda a Manuel Benítez, el Cordobés, por el salto de la rana, si bien podía haberlo mejorado brincando con la muleta y las cuatro patas en tierra en vez de sólo con las dos traseras. En cambio ha pasado desapercibido para la posteridad otro torero de la época, Blas Romero, el Platanito, más matao que matador, el cual solía recibir en el ruedo seis revolcones o más por cada tercio, descontado de milagro el de varas, y que después del lance sólo sabía decirle a la cuadrilla: «¡Dejadme solo!». Hace tiempo que no sale en los carteles , así que es de temer que más cornadas le haya dado el hambre. En la feria electoral del 14 de marzo, con permiso de la peña taurina local, uno no puede menos que rememorar al Platanito y al Cordobés en honor al paisano Rodríguez Zapatero por las posturas que pone en la rebaja de los impuestos y por los revolcones que le han dado en plazas como la de Cataluña (Maragall) o la de San Sebastián. También en Perpignán, donde su cuadrilla comparte cartel con el maletilla -se dice por lo gafe- Carod Rovira. En cuanto al gallego Rajoy dicen los suyos que cada día está más inspirado en el gran teatro de los mítines, aunque tenga menos gracia que el apuntador de «La vida es sueño», la de Calderón de la Barca. Algunas veces se le escapa alguna ironía al estilo de su galaica tierra, pero, volviendo al argot taurino, en las más de las plazas tiene un increible parecido a Don Tancredo. Si llega a La Moncloa, como auguran las encuestas, es de temer que el país no le quede más diversión que «Cine de barrio». Que Dios reparta suerte el domingo que viene, pero el futuro, en todo caso, es patético. Está España como una plaza a rebosar esperando que los candidatos liguen un buena faena y lo único que se ve claro en el ruedo es un morlaco astifino, el del futuro del país, que, cuando no te empitona por Eta, derrota por el paro y la burbuja inmobiliaria. Frente al bicho Zapatero hace el salto de la rana a lo grande, de la Comunidad de Madrid a Cataluña en las últimas autonómicas, y Rajoy pone cara de circunstancias desde la barrera hasta que le dejan al rival, no al toro, «bien picao », de lo cual se encargan Maragall, Bono y, por echarles un capote desde el Gobierno, las encuestas del CIS. La peña está aburrida. Ni siquiera las protestas del leonés pidiendo un mano a mano en la televisión con el gallego al grito de «dejadnos solos» consigue poner en pie a la afición, literalmente harta de que ninguno de los dos candidatos coja al toro por los cuernos y se arrime en serio a los problemas de España. En León, por ejemplo, son dos: la ruina de las industrias para los jóvenes y el déficit de las pensiones del INSS para los viejos. Es lo que Carrochano llamaría un toro bizco. Eso sí, el marketig electoral de Rajoy y Zapatero no para de repetir en todos los medios de comunicación y carteles lo de «más música, maestro». Efectivamente, los espacios televisivos y de la prensa escrita están copados sistemáticamente por la campaña electoral, salvo algún que otro gol de Ronaldo con su correspondiente traducción a euros. Es raro que, si baja el paro, le den más de dos minutos en el telediario o que cuando una sonda espacial encuentra agua en Marte alguien se pregunte si es potable (por aquello de emigrar). Solamente la boda del príncipe Felipe tiene un 20% de cuota de pantalla en la telebasura, pero ni cinco minutos más, aunque la Casa Real podía hacer un esfuerzo desde el palacio de La Zarzuela para aliviar el estrés del pueblo soberano que ya no soporta a los aspirantes al palacio de La Moncloa. Es ya insoportable en el tendido la murga de los asesores de imagen, candidatos locales y demás maestros de espada, hasta el punto de que el propio Rajoy confesó el otro día que ahora sólo lee el Marca . Mejor para él, porque, si hubiera comprado en el kiosko el Diario de León se le habría puesto lo de abajo en la taleguilla, a mayores de los pelos de la barba y la coleta de punta, al saber que aquí le ha salido un espontáneo: Alvarez Cascos, que no para de tirarse al ruedo -y a lo que sea, según los más íntimos- poniendo primeras piedras en aeropuertos que no vuelan, pero parecen de la Nasa, autovías con un atasco de décadas en el mapa e, incluso, embistiendo túneles ferroviarios de hoz y coz, como en Pajares. Al rebufo de las inauguraciones y piedras de Cascos el viernes también la UPL reinauguró la Catedral, según dijeron los leonesistas después de ochocientos y pico años de obras y reformas. Iban de cachondeo, aunque menos que Cascos. No es por darle un aviso a Mariano, pero le va a dejar la afición un tanto resabiada.

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