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Publicado por
Antonio Núñez
León

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LOS ÚNICOS que ya no tienen dudas son los muertos. Los españoles bien nacidos tampoco: ha habido un atentado y ya no están entre los vivos doscientos inocentes. Sólo una minoría que vive la esquizofrenia de la política y, a veces, le da para vivir muy bien, como políticos y periodistas -todo hay que decirlo, para qué vamos a engañarnos, si somos cuatro y el cabo- matiza cuidadosamente ahora que no es lo mismo que las bombas las pusiera ETA que Bin Laden. Hombre, a los que volaron por los aires y sus familias les da igual, pero no así a Rajoy y Zapatero. Perdónese por meterlos en danza, aunque sea macabra, pero hoy es día de elecciones y hay que hablar claro. Uno no había visto escribir tanto entre líneas en los periódicos ni mandar tantos mensajes subliminales de los políticos desde que Franco tenía flebitis, sería por el acojono de la entrepierna. Las cosas como son. Así que escribamos en voz alta lo que muchos piensan en voz baja y casi nadie dice. A menudo me sugieren que sea políticamente correcto, pero hoy no me da la gana y a mucha honra. De modo que ahí va: al PP le podría ir la mayoría absoluta en que hubiese sido ETA, porque el PSOE no ha tenido cojones, sino paños calientes, para los independentistas vascos y catalanes; y, al revés, si hubieran sido los de Bin Laden, el perjudicado sería Rajoy por habernos metido Aznar de hoz y coz en la guerra de Irak. En el primer caso, Arzallus y Carod Rovira habrían incubado el huevo de la serpiente y en el segundo Sadam Huseín sería un patriota, aunque algo cabrón. Y ni lo uno ni lo otro. Sean de quien sean las mochilas de Atocha, lo que está más claro que el agua del Pozo del Tío Raimundo, es que se trata de asesinos fanáticos, bien carlistas o bien talibanes. Dicho esto de entrada, hay que añadir que el PNV huele que apesta a funerales, lo mismo que atufa toda la sacristía del clero vasco, salvo muy raras excepciones. Y que monseñores como el obispo Setién a lo peor hasta tienen las manos manchadas de sangre y merecerían no una, sino dos o toda una mano de... amonestaciones bien dadas. Del resto de la carlistada, más o menos laica, del PNV vale más ni hablar, porque todos son de moralidad ciertamente cuestionable, al día de hoy por lo menos, por ser colaboracionistas con el enemigo. Vamos a dejarnos de chorradas. Hay también fuera de los límites de eso que llaman Euskadi y que no es más grande que León, sólo que con fábricas de lavadoras y frigoríficos Fagor y bicis BH en vez de Antibióticos o la Vidriera, personajes que apoyan a los nacionalistas de la porra y que no se apellidan Iribarrengurrengaren o así, sino Madrazo, dicen ser comunistas -la patria del proletariado es el mundo, machos, arriba parias de la tierra- y les votan a cambio de un chollo o de una nónima oficial, so pretexto de la autodeterminación de los pueblos. Y de los estómagos agradecidos, no te jode. También apoyaban a Sadam, conviene no olvidarlo. Ya más lejos, a la otra esquina de los Pirineos, aparecen igualmente tipejos -bajos, con cara de mala leche y bigote, lo que prueba que también son españoles, muy a su pesar- como un tal Carod Rovira, hijo de guardia civil, maño por más señas (si hay alguna incorrección en el dato disculpe su señoría, pero el horno no está para bollos). Y al lado un señorito de fino paño burgués, catalán él, un tal Maragall, que está dispuesto a pactar con todos los anteriores a cambio de cargos y pelas (vulgarmente pesetas, a su vez diminutivo del catalán pezza , a mediados del siglo XIX, según la Real Academia). Y han pillado los de ETA, o los de Bin Laden, también por medio, a mayores de los muertos que ya no tienen solución, al paisano Rodríguez Zapatero, que, primero, echó del PSOE del País Vasco a un tipo legal y con bastante más casta que la suya, Nicolás Redondo Terreros, hijo del otro Nicolás, el de los obreros de UGT (una bajada de pantalones frente a los nacionalistas), suscribió después el pacto Maragall-Carod, como un calzonazos, y terminó ofertando diecisiete agencias tributarias y diecisiete Españas (dieciocho, contando el pacto en León con la UPL). Respecto a Sadam Huseín era partidario de pactar el paraíso terrenal. Se le olvidaba a uno añadir, antes de que la pluma se le enfríe, que, según el viejo refranero popular, tan culpable es el que mata como el que tira de la pata, y tan maricón el que da como el que toma, según la ley de Mahoma, etcétera. Todavía se quejaban Zapatero, Ibarra y otros colegas a comienzos de semana -Bono no, eso que quede claro- de que el PP y Aznar, al que le pusieron un bombazo a la vera del coche oficial aún no hace tantos años, utilizara el terrorismo como arma electoral. Les faltó poco, muy poco, para añadir que los pájaros disparaban a las escopetas.

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