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QUERIDO PRESIDENTE, al consejo me brindé y quedó pendiente, terrorismo es el asunto, callejón del que hay que salir con tu compromiso rotundo y expresado. No será fácil. Unidad y astucia habrán de lograr lo que afganistanes, guantánamos e iraks no están logrando. A la firmeza concordada con todos frente a los dictadores de la muerte, a la urgente erradicación del terror y sus infamias humillantes, habrán de añadirse otras vías sin desdeñar las que ya valgan, muchas dosis de política sagaz y hasta labor de alcantarilla; hay desproporción entre contendientes; de poco vale esgrimir estado de derecho y el libro de la Constitución frente a una bestia cuyas conexiones cerebrales son detonadores y sus respuestas un apocalipsis de tripas y hierros retorcidos. Y entonces soñé, presidente, esta ficción política, este imposible que trajera paz tras el terror: Rovira entra en escena; se reúne con los de Al Qaeda y les disuade de la sesión continua de bombazos que anuncian para España logrando una tregua indefinida y catalana para toda la nación; nos sacan de la lista; el Carod les dice que Aznar, las Azores y los azores ya no son los señores de esta guerra; que España restablece la histórica amistad y relación fraterna con los países árabes; que aquí votan muchos antiglobalizados con el kefi palestino al cuello y otros con fe en el Islam siendo españoles; que les diga que incluso la escolta de Franco eran mauritanos y saharauis a caballo con capa y lanza tiesa, Guardia Mora la decían, manda moros... Como no será probable su contacto con las bestias de Bin Laden, que Rovira endose a Eta el marrón (entre terroristas se temen o respetan) y larguen a la bestia a su cubil de lejanías por haberse colado en su coto. Logrado el objetivo, Rovira se reunirá de nuevo con toda la cúpula etarra, pero esta vez llevará transmisor, irá en servicio al Estado, serán detenidos y, ya en la cárcel, hablemos de lo nuestro y resolvamos lo etarra; Rovira restaurará así su imagen reparando el delito que causó. Pero es de temer que los de Bin Laden exijan condiciones a su tregua: salida de las tropas españolas de Irak (vaya hueso habrás de roer con la vieja promesa) y que Alcalá pase a llamarse Alcaeda de Henares para conmemorar la salvajada. En este extremo, entonces, olvídate de hablar, que no reciben, y coge la pistola.