| Análisis | Psicología de una masacre |
11-M: Vida, contingencia y drama
La cuestión clave es ¿por qué a mí? ¿qué he hecho yo para merecer esto? Por supuesto, la ironía es que la respuesta más apropiada y correcta a dicha pregunta es: nada
La vida gira en torno a lo impredecible. En un mundo en el que todo estuviera previsto de acuerdo con un plan dado, no cabría la vida humana. Las cosas nos pueden ir bien o mal y ello depende de condiciones y circunstancias que escapan totalmente a nuestro control. Las contingencias afectan tanto a los individuos particulares como a los grupos. Cuando nos golpea una tragedia como la del 11 de marzo, nos enfrentamos a una de las estampidas de la historia que nos empuja y arrastra, lo queramos o no, en una u otra dirección, del bando de los afortunados o de los desafortunados y que nos hace apreciar la contingencia de los desastres humanos. La cuestión clave es ¿por qué a mí?, ¿qué he hecho yo para merecer esto? Por supuesto, la ironía es que la respuesta apropiada y correcta a dicha pregunta es: nada. Se trata simple y llanamente de las contingencias de la vida. Cualquier esfuerzo por eliminar la contingencia para transformarla en destino, o en la representación de una estricta causalidad será un craso error. En estos momentos, la racionalidad ha de capacitarnos para comprender que las motivaciones y acciones individuales y colectivas no necesitan la a priori búsqueda de una lógica en las interacciones humanas. La gran mayoría de los ciudadanos de este país somos sujetos psicológicamente sanos, capaces de mostrar habitualmente un comportamiento integrado y propositivo. Tenemos un centro alrededor del cual vertebramos la vida y podemos dirigir la atención al entorno de maneras significativas. Al mismo tiempo, somos flexibles y adaptativos, y podemos ser sensibles a lo que hay fuera sin sentirnos agobiados, abrumados o hundidos. Incluso en casos extremos, cuando parece inminente una disolución total de los límites, podemos tolerar un cierto grado de turbulencia sin mayores riesgos, dada nuestra naturaleza integrada y abierta y el rico repertorio de posibilidades que nos proporciona la existencia «en el borde del caos». Pero la traumática experiencia de estos días puede llevarnos desde el sentimiento de pérdida general de sentido, hasta la falta de sensación de coherencia, de vacío interior. El mundo, mientras encajamos el brutal golpe, nos llegará a parecer una amenaza, agobiante, violento o ininteligible. Los más afectados Si esto nos ocurre a los que desde la distancia, como espectadores de un drama, observamos lo que pasó en Madrid, lo que previsiblemente acontecerá a los heridos en los momentos iniciales será el desarrollo de trastornos como el estrés, estados de ansiedad o pánico y fobias de evitación de lugares concurridos. Los familiares y amigos de los fallecidos sentirán, los primeros meses después de la masacre, confusión, desorganización, problemas relacionados con el trauma, el miedo y el proceso de duelo. Vivirán un sufrimiento extremo y la tristeza profunda por sus muertos, por las pérdidas tan abruptas y tan inútiles. Experimentarán la impotencia ante tanto horror, la incertidumbre ante el futuro y el llanto continuo al narrar la tragedia. El proceso de duelo se hará complejo porque sus pérdidas han sido muchas: muerte de familiares o seres cercanos, pérdida de su organización comunitaria, de su estructura familiar y de su posición social. Esto provocará la pérdida de control de su propia vida. No tendrán confianza en el futuro, los acontecimientos perderán predictibilidad, el orden que tenían del mundo se trastocará, su ambiente será hostil e impredecible y, aun más, no habrá un plazo que señale el final de esta situación. La sintomatogía que pueden presentar los afectados irá desde llanto, desmayos, debilidad, susto, estado de alerta, pensamientos repetitivos de la masacre, de violencia,. trastornos gastrointestinales, dolores de cabeza, trastornos en el ciclo del sueño, falta de apetito, sentimiento de soledad, tristeza, cansancio permanente hasta pensamientos intrusivos y problemas relacionados con el estrés.