Gente de aquí | De Argentina a Valdespino de Somoza
El gimnasio de la naturaleza
Abandonó un país atenazado por la crisis para regresar a su pueblo natal, en el que ha construido máquinas de musculación utilizando troncos de negrillo en desuso
Manuel de Arriba Ares regresó hace dos años de Argentina en busca de una vida mejor. Aún conserva el acento del país que lo acogió durante treinta años y en el que permanecen sus dos hijos, de 19 y 21 años. Profesor de Educación Física en paro, vive a caballo entre Astorga y Valdespino de Somoza, su pueblo natal, al que ha donado una singular herencia. «Encontré troncos de negrillo afectado por grafiosis que estaban tirados en varias huertas y decidí hacer algo con ellos, para ocupar el tiempo», explicó. Así nació un gimnasio muy peculiar, compuesto de ecológicas máquinas de musculación construidas con dichos troncos. De Arriba, que evitó cortar árboles para materializar su particular idea, aseguró que su intención es dar a conocer la localidad y legarle un patrimonio que ha despertado la curiosidad de propios y extraños. Este emigrante empleó un año y medio en construir su gimnasio, y recurrió también a material reciclado que reunían los muchachos del pueblo para ayudarle: llantas, cuerdas, cubos, bidones, o piedras que funcionan como contrapesos, fueron suficiente una vez que empleó con destreza la sierra manual, el martillo, el hacha, el barreno y el pico -para anclar los troncos en el suelo -como únicas herramientas. Las peculiares instalaciones, que han causado sensación incluso a los medios de comunicación, ocupan una finca propiedad del pueblo situada a las afueras de Valdespino que en tiempos fue un antiguo tejar. De Arriba, que busca empleo mientras ocupa parte de su tiempo en entrenar a fútbol a unos equipos escolares del instituto de Astorga, defendió la fortaleza de sus máquinas: «Los palos soportan los ejercicios, y si alguno se rompe, yo lo repongo», aseguró. Además, destacó el hecho de que el suyo «es como un gimnasio normal, sólo que está ubicado al aire libre y es gratis. Y en verano tiene solarium», apostilló. Pero el colmo del invento es que permanece en uso: «Los fines de semana, principalmente, es utilizado por algunos jóvenes a los que aconsejo cómo sacar el máximo partido a las máquinas», aseguró, al tiempo que admitió que son también muchos los curiosos que se desplazan hasta este tranquilo pueblo sólo para contemplar este gimnasio tan singular. De Arriba, que se lamentó de la falta de espacio que le impide por el momento habilitar una máquina que completaría la oferta deportiva, hizo una demostración a este periódico de la fortaleza de las instalaciones. Mientras, este antiguo jugador de fútbol en su tierra latina de adopción, que aseguró que otra de sus pasiones es trabajar cerca de niños y jóvenes, piensa en sus propios hijos de los que lo separan miles de kilómetros de distancia. «Es un dilema volver a Argentina», confesó, mientras rememora la difícil situación por la que aún atraviesa el país y que le hizo abandonarlo. «Me gustaría quedarme en la zona, pero sin trabajo tendré que emigrar», señala.