A LA ÚLTIMA
Utilizar los espías
ESTAMOS comprobando en qué medida todo puede servir y ser empleado para uso partidista: la guerra y el pacifismo, la amistad personal con Bush y los buenos negocios con Estados Unidos, el terrorismo y la lucha contra el terrorismo. Y si desde siempre los informes de los espías españoles, llámense CESID o llámense CNI, fueron secretos, y sólo eran empleados discretísimamente por el gobierno de turno, ahora que el Gobierno ya está sólo en funciones estamos comprobando en qué medida esos informes puede quedar a la libre disposición de los ciudadanos sencillamente porque así conviene al interés de ese Gobierno. ¿Cuánto será preciso tardar para conocer los informes del CNI sobre la tragedia del Yakolev? Y a ese paso, ¿cuándo empezarán a divulgarse los informes confidenciales acerca de la vida privada de nuestros hombres públicos? El Gobierno ha justificado ese empleo sorprendente de papeles siempre secretísimos en la causa de su honorabilidad y para demostrar que no mintió en los días aciagos de la tragedia que provocaron los terroristas, cuando Acebes primero culpabilizó a ETA sin el menor resquicio de duda y unas horas más tarde abría una segunda vía de investigación para comprobar si también hubiera podido ser el terrorismo de los grupos islamistas fanáticos el que atacó en los trenes de cercanías de Atocha. El Gobierno de Aznar, Acebes y Zaplana recurren a documentos del CNI para asegurar que no mintieron ni retrasaron la información de que disponían, y de ese modo, para rebatir la tesis muy empleada de que la derrota electoral del PP del domingo 14 fue consecuencia de la pésima administración y gestión de la información acerca de la gran matanza de ese infausto jueves once de marzo. Salta a la vista que «el fin justifica los medios». El fin es defenderse a toda costa, y los medios empleados, la divulgación de informes secretos que pudieran convenir a tal fin. ¿Quién nos garantiza que no hay otros documentos que sostienen lo contrario, que no había disparidad de opiniones en el CNI, que otros cuerpos de la seguridad del Estado ya habían informado de lo contrario? Y, en todo caso, ¿vale la pena establecer ese precedente de divulgar secretos de Estado en defensa de un Gobierno que, a la postre, parece que se resiste a la idea de que ha perdido unas elecciones que ya creía perfectamente ganadas sucediera lo que sucediera?