Ese es el camino

ÉRASE UNA VEZ uno de esos alcaldes que se comen a Dios por las patas, a las pitas por el chichi y el cohecho hasta la raspa. En aquel Reino del Tocino los alcaldes son así y eso no es noticia. Noticia fue, sin embargo, cuando a ese alcalde le removieron del sillón y su nuevo mandato se esfumó quedándose en coitus interruptus, con lo que eso cabrea; eyaculación precoz, dictaminó el médico, «tiene usted pijo corto y vara larga -le dijo-; hágaselo ver, señor regidor». No cabía en sí de ira, vio que «el menear se va a acabar» y arremetió en furias contra el nuevo burgomaestre que heredó su sillón caliente y sus cuentas frías. Daba la cierta impresión de que no sólo había perdido la alcaldía, sino mucho más, muchísimo, todo aquello que la sombra esconde y la trastienda muestra. ¿Qué voy a hacer ahora con todos los favores que comprometí, las promesas que escribí en el agua? Amigos y empresas me correrán; zurriagazo veo. ¿Podemos llegar a un arreglo?... Quizá, ¿te refieres a las recalificaciones y a esos negocios de arriba y de abajo? Pues claro. Ya, ¿y qué va a ganar con ello el municipio?... El municipio riqueza, promoción, erección de viviendas, erecciones en general; y tú, la «legítima» (cinco kilos por licencia, veinticinco por la granja y cien por urbanización y banda, viento en polla a toda vela va el velero bergantín, bajel pirata que llaman). Ya, pero yo sólo quiero seguir cobrando el sueldo que ya me pagaba el ayuntamiento como funcionario, ni una sola peseta más. No seas gilipollas, chaval, si haces eso te crucifico, porque como ingreso es una mierda, pero como sueldo de alcalde es una barbaridad, te abraso a ruedas de prensa, que tengo periodistas que jalean mi consigna. ¿Y qué crees que debo hacer entonces?, preguntó ingenuamente el nuevo. Dejarte, chaval, dejarte. Te rebajas el sueldo y te hinchas a hablar de corrección en el gasto, creas puestines de jardineros y lacorrillos para que después te voten todas sus familias y te perpetúas en el chollo, créeme, hazlo así, y el pueblo, que es algo pazguato, se lo cree y te besará el culo. Este es el camino (que conduce a dos chalets), después ya te puedes divorciar, dejas a la parienta colocada y muda, te echas una amante con espetera y te vas de putiferio cuando gustes (pero ten cuidado con las cámaras, que a veces hay chantajistas tras el espejo). Ese es el camino, chaval.