Diario de León

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LA VIDA SIGUE y va quedando atrás la herida que será un día cicatriz; sólo la recordarán quienes la vean en sus carnes porque allí la escrituró el terror; nuestra cicatriz está únicamente en la memoria y esa la cubre el olvido o un nuevo vestido comprado en rebajas. La vida sigue y la primavera se adelanta en falso. Abril vendrá después con látigos de lluvia, viento y esa nevadona en la montaña que dicta el precepto, abril con paponada nazarena y carnavalona que nos levanta la tapa de los sesos a cornetazo impune (perdona a ese pueblo paponazo, Señor, perdona a ese pueblo que pregona con ostentación sus rezos en los primeros bancos fariseos del templo, perdónalo, Señor), abril de nuevo caudillo para un nuevo amanecer como en aquel otro abril: «Cautivo de sus mentiras y desarmado el ejército del pepé de su aparato propagandístico y de urdacis, las tropas zapateristas han alcanzado sus últimos objetivos. La guerra de Irak ha terminado para nuestros soldados y ahora empieza la guerra de aquí si los noqueados populares son capaces de levantarse de la lona y no comienzan a darse de tortas entre ellos, como así se barrunta»; firmado, el general Papes, cuartel general de Ferraz, a 14 de abril, día de la consagración de la victoria y de la investidura... a un mes del asalto a La Moncloa. ¿Será el día 14 la fecha de investidura, día republicano, día de la nostalgia laica huída del realengo, del señorío y de los Josemis de meñique tieso?... No es probable. El socialismo que históricamente fue tricolor se ha aggiornado haciéndose monárquico como hicieron todos los viejos falangistas que en el pepé han cabido tras hartarse de mofa franquista cuando llamaban al sucesor de su caudillo en la jefatura del Estado Juan Carlos de Bobón y Bobón, ese zampabollos que está siempre más salido que un balcón, decían; después dieron cabezada en La Zarzuela hasta besar la babucha real. Y ahora sus mujeres, que se habían encargado trajes de fasto y escote para la boda del Príncipe, se los van a comer con lentejuelas. Las ministras-consorte están desoladas. Si al menos volviera Aznar con otra boda en El Escorial para poder estrenarlos... Que los legionarios dejen ya de ser eternos novios de la muerte y se casen con ella de una vez; a ver si por esas asoma en el desconsuelo una boda y no se apolillan los armanis y versaces en el armario.

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