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Recuperación vegetal por semillas

Los estudios revelan la relación de las semillas del suelo con la recuperación vegetal tras un incendio y su potencialidad para asegurar la permanencia de diferentes especies

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V. Relea - león
León

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En el ciclo de una población vegetal las semillas son dispersadas por diferentes agentes (gravedad, viento, animales) y permanecen en el suelo hasta que se dan las condiciones necesarias para prosperar. Las semillas que pasan este «filtro ambiental», germinan, emergen, crecen y las que sobreviven producen flores, frutos y nuevas semillas, completando así el ciclo poblacional. En la fase demográfica comprendida entre la dispersión y el reclutamiento en el banco de semillas, aparentemente no pasa nada, porque están durmientes en el suelo. Sin embargo, la magnitud y composición de estas reservas y su dinámica pueden jugar un papel importante en la regeneración de las comunidades vegetales en ambientes mediterráneos. De esta forma, la germinación de semillas enterradas se convierte en un importante mecanismo para el establecimiento de especies durante la sucesión secundaria en algunos ecosistemas. Pero la ventaja y significación ecológica del banco de semillas radica en que aumenta la variabilidad genética y la estabilidad de las poblaciones ya que juega un papel tamponador frente a las perturbaciones y, asegura la conservación de la diversidad específica. Distintos factores Dentro de los estudios que se realizan en el Área de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León, la profesora María Luz Valbuena desarrolla una investigación sobre los bancos de semillas del suelo, su relación con la recuperación de la comunidad vegetal tras perturbaciones y su potencialidad para asegurar la permanencia de diferentes especies. Aunque la principal perturbación es el fuego, un fenómeno que no es nuevo, si puede serlo el incremento en la frecuencia. De forma general, los incendios forestales afectan a las semillas por las temperaturas alcanzadas y, además, actúan sobre las poblaciones microbianas, la densidad de depredadores, o por efectos de las cenizas en la germinación. En especies de reproducción sexual obligatoria (algunas jaras), el factor más influyente es la periodicidad de los incendios porque, si es muy corta, se puede agotar el banco de semillas de la especie al no permitir la renovación, y llevar a su desaparición. La intensidad del fuego afecta a las semillas de distinta manera ya que mientras algunas se ven favorecidas por las elevadas temperaturas (brezina), otras salen perjudicadas (brezo) y pueden morir. En casos extremos, se podría sustituir una comunidad vegetal por otra al surgir especies que en ausencia de incendios nunca aparecerían. Además, si las semillas son destruidas por completo, interviene la extensión quemada, ya que si es pequeña llegarían de nuevo por la dispersión de las comunidades vecinas. En caso de arder grandes superficies, los bordes del incendio recuperarían sus semillas antes que las zonas centrales. En cuanto al clima, mientras los fuegos de finales de otoño, invierno o primavera temprana apenas perjudican a las semillas porque las temperaturas no llegan a ser muy elevadas, los de finales de primavera o verano, más intensos, destruyen especies vegetales con bancos de semillas no persistentes. Es decir, todas las semillas viables han germinado durante la primavera y aún la planta madre no ha aportado semillas al banco ese año, con lo cual desaparecería de la comunidad. Según se ha comprobado, aunque la riqueza de semillas no varía en gran medida tras el paso del fuego, existe una disminución en su número. Así, en incendios muy intensos en pinares la cifra desciende de 1.300 a 200/m2, mientras que en los de menor grado (robledales) la reducción puede ser de 500 a 200/m2.

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