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Llegará al mercado español en abril, con cuatro motores y precios entre 17.000 y 24.700 euros

Seat Altea, un monovolumen práctico para los que quieren un coche distinto

A los niveles básicos pueden añadirse dos paquetes deportivos que acentúan el dinamismo del coche

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Javier Fernández - león
León

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Seat, que viene apostando sistemáticamente por la deportividad, se lanza al mercado de los monovolúmenes compactos con una propuesta tan original en lo estético como efectiva en lo dinámico: el Altea, que se une ahora (lo hará en abril) a los otros dos pilares (Ibiza y León) sobre los que el fabricante pretende asentar sus propuestas comerciales en estos próximos años. La apuesta es tan fuerte como que el fabricante español encuadrado en el consorcio germano de Volkswagen, cuyas apetencias personales se dirigen hacia un sector de público que gusta del dinamismo automovilístico, pretende colocar 60.000 unidades en año completo. Integrada en lo que se ha dado en llamar la división deportiva de VW (bajo el mando de Audi), Seat inicia con el Altea una nueva fase en la que sus propuestas evidencian una inédita deportividad en el ámbito de modelos normales , incluso se diría de vocación familiar, al objeto de ofrecer al potencial comprador un vehículo distinto, tanto por estética como por prestaciones. El Altea pone de manifiesto la nueva imagen del fabricante, con voluptuosas redondeces en una carrocería más propia de un deportivo que de un familiar: marcada calandra y frontal en cuña, boca de refrigeración incluida, abombados aletines en los pasos de rueda, zaga en burbuja... y un habitáculo de cuatro exclusivas plazas, donde la ergonomía se pone de manifiesto en unos asientos envolventes, en un conjunto de pedales que permiten hasta el «punta-tacón», en un volante perfectamente regulable y en una palanca de cambios que cae tan bien a la mano que se diría concebida para la parrilla de salida. Frente a sus rivales Así las cosas, el Altea se desmarca sustancialmente de sus enemigos naturales (Picasso, Scénic...) por un comportamiento rutero en el que priman los cronos y los apoyos que permiten dibujar los trazados sin que nuestro protagonista emita la mínima protesta y sin, tampoco, apreciables balanceos de su carrocería. El resultado es un coche capaz de satisfacer un amplio abanico de exigencias en su utilización práctica: desde los tranquilos padres de familia a los quemados más recalcitrantes; por, entre otros aspectos, unas mecánicas que no dejan lugar a dudas: por encima del centenar de caballos y, en dos de ellas, hasta los 140 y 150 CV con, además, la posibilidad de elegir entre cajas de manuales de 6 marchas o las automáticas Tiptronic y DSG de embregue pilotado. La joya de la corona, dejando a un lado el dos litros FSI (inyección directa de gasolina que entrega 150 caballos, resulta ser el 1.9 TDi (turbodiésel direct» basado en el sistema bomba-inyector tan querido por el consorcio germano) unido al cambio «pilotado» DSG, tan preciso como rápido en su funcionamiento; una delicia, que acaba por poner de manifiesto la filosofía productiva -y deportiva-del fabricante. Y la guinda: unos limpiaparabrisas escamoteables en los montantes laterales del propio cristal delantero. Solución tan singular como inédita que, entre otras cosas, permite mantener las escobillas libres de suciedad y cuyo barrido del parabrisas resulta de una excepcional eficacia. Por cierto, nada fácil sujetar los boletines de denuncia en los limpias aunque... no se fíen. En fin, un producto de lo más agradable, el nuevo Altea, estéticamente rompedor y de lo más efectivo en el capítulo dinámico. Eso sí, la ausencia de rueda de repuesto, hay que pagarla aparte tanto sea convencional o de emergencia, a favor de un kit reparapinchazos no parece la mejor solución. En contrapartida, se dispone de un maletero compartimentado, con un práctica doble fondo y hasta tres alturas.