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NACIMOS AQUÍ viendo correr el agua de norte a sur y así están escritos casi todos los valles leoneses. Cuando de pequeño me llevaban a Asturias no entendía por qué allí corrían al revés unos ríos que para ser cabales, creo yo, deben buscar siempre el sur. El norte necesita el sur y vicelaberza, aunque el sur no necesariamente busca el norte, salvo que esté arreado por la desesperación, la huída o el desierto. El sur casi siempre está a gusto en su sur, ¿y quién no?, calorcillo, frutas, ensaladas y culitos pajareros por la playa. Andaba así en cavilaciones días atrás mientras rodábamos unos planos de la ciudad para una serie de Televisión Española a las órdenes de Pablo García: Una fotógrafa, la actriz valenciana Grettel Stuyck, recorre la Ruta o Vía de la Plata -digamos rutavía- desde la bruma cantábrica al mar gaditano. Este Camino de la Plata (buen nombre para resolver el litigio) se cruza justo en León con la senda estrella de este año, Camino de Santiago, juntos caminan un rato hasta Astorga, allí se divorcian y cada uno sigue a lo suyo. Los caminos de las religiones van siempre de lado, al sol naciente o al poniente del perdón, a superar la muerte (concheiros a Compostela, musulmanes a La Meca, rocieros hacia Ayamonte y los romeros a Roma), pero los caminos que elige la vida los marca el norte y el sur, como el de la Plata, este camino que está dibujado por milenios y por el eje magnético o polar que orienta a las especies y nunca las engaña. El camino que has escogido tiene que ser el bueno, le dije a Grettel, porque desde que se descubrió el andar hacia adelante es el que siguen las golondrinas, los gansos salvajes, las codornices y las ovejas merinas de la trashumancia. Por ese camino buscaron norte los fenicios y por él bajaban nuestros astures a buscar vinos para no beber sólo mala cerveza y aguas foscas. Hacia el este o el oeste van los rezos, las penitencias, los mitos y las mentiras, pero de norte a sur va la pasión del vivir y del multiplicarse, camino eterno por el que busca el frío la fecundidad del sol y la aridez la lluvia norteña. Me pirra este camino y el rastro leonés que por él se siembra desde Zamora y Cáceres hasta esa serranía onubense en la que todos sus pueblos se apellidan León. Hazlo. Y a la vuelta vente zurciendo la frontera portuguesa en un zigzag de asombros. Descubre y conquista. Vive.