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ME ATACA la capa de paño fino, capa negra con botonadura de plata charra, castellana le dicen y pretenciosa lo es, capa de señorito o de alcaldón con vara y cohecho apalancado en su balcón de honores, capa para distinguirse y establecer rango, tiesa capa que apenas permite el rebozo revolándola hasta el cogote. Esa capa no es de mi paisaje cazurro, que aquí el manteo ha de ser cosa de capa parda, morena lana enfurtida en batán de pilón, capa pastora de borra con capucha de intemperie y esclavina, capa alistana y pespunteada, capa de cofradía de pueblo, capa humilde y con honra cierta, capa de todos, capote de llanura terracampina que corta el viento helado y paramés, lana fortificada contra los elementos. La capa negra que vemos en alardes y en concejos de vanidades es aquella que una vez recortó Esquilache; por ello se montó un motín de mil pares en media España (y aquí vienen ahora luciendo con orgullo aquella censura italianizada, aquel tijeretazo del déspota). En fin, allá cada cual. Pero lo que ya pone de los cuetes es esa capa puesta sobre hombros de mujer y no de hombre -velas ahí, tías encapotadas-, siendo de siempre prenda masculina, capa varona, prenda con sexo, mal que se quiera. Puestas las paisanas a conquistar espacios del macho, me admira su imbecilidad de género, su obsesión y su torpeza por reivindicar y apuntarse a lo más estúpido del hombre, a sus guerras, sus uniformes, sus paponadas nazarenas, su verbo y gestos, sus malos gustos, su altanería... Algunas mujeres, además de capa impropia y chirriante, se tocan de sombrero también de tío y entonces su estampa es de concejalona machorrilla, botillo con capa y tacones. Esa capa de negro género les hace vuelo abierto sobre faldas y entonces parecen una campana que atropa desde abajo toda la cuchillada del frío y esos vientos que suben multiplicados por la pata arriba para guarecerse en las bragas y armar allí una cistitis peliaguda dejando la pelambre tiesa. Como prenda de abrigo no resuelve. ¿Por qué la llevan?... Ninguna respuesta probable me tranquiliza. Como compensación al robo, sugiero a los varones que comiencen a usar indumentaria tradicional femenina, embutirse en faldumentos, vestir un rodao colorao, llevar pañolón... Puestos a ser tontos de género, el hombre también se pinta.