Tras la muerte de Franco comienza la transición, durante la que Manuel Fraga, uno de los reformistas del régimen, aspira a pilotar el proceso democratizador. Finalmente, el Rey se decide por Adolfo Suárez.
En la carrera hacia las elecciones de 1977, varios dirigentes conservadores decidieron juntar sus propios partidos en una gran coalición de derechas. Así nacía Alianza Popular.
Federico Silva fue nombrado presidente y Fraga secretario general.
UCD fue la gran vencedora de unos comicios en los que Alianza Popular alcanzaba los 16 escaños.
En las siguientes elecciones, las de 1979, el partido se presenta junto a otras fuerzas conservadoras bajo el nombre de Coalición Popular y obtiene un severo fracaso.
Tras sobreponerse a una crisis interna, el partido afronta de nuevo con ilusión los siguientes comicios, los de 1982. En ellos, gana con contundencia el PSOE, pero AP pasa de 9 a 105 escaños.
Siendo líder de la oposición, Fraga intentar proseguir con su ascenso electoral en 1986, pero los socialistas vuelven a ganar y el respaldo de los votantes de AP parece estar estancado. Así, el «león de Vilalba», a pesar de contar con fieles seguidores, deja su cargo.
Le sucede Antonio Hernández Mancha, con quien Alianza Popular toca fondo. Ante este fracaso, Fraga vuelve a asumir el mando pero con vistas a encontrar a otro candidato.
En 1989 tiene lugar el «Congreso de la refundación», en el que el partido pasa a llamarse Partido Popular y José María Aznar es el nuevo líder.
El primer gran triunfo de la nueva era del partido se produce en Galicia, donde Fraga consigue la mayoría absoluta. A nivel nacional, el PP consigue un importante aumento de votos en las elecciones de 1993, aunque sigue gobernando el PSOE.
En los comicios de 1996 se produce la primera victoria del PP. Aznar consigue una mayoría simple que le obliga a gobernar con apoyo de los nacionalistas catalanes, canarios y vascos.
A las elecciones del 2000, el PP llega con una imagen renovada y más moderna. Se presentan a sí mismos como el «centro reformista» y tras, obtener una mayoría absoluta, no necesitan del voto de otros grupos parlamentarios para gobernar.
A pesar de que el PP inició los últimos cuatro años de la era Aznar con una disposición al diálogo y a la consecución de acuerdos de Estado, esta etapa se ha caracterizado por lo contrario.