El Poder Judicial pide explicaciones a Interior por la última asesinada

A primeras horas de la tarde de ayer fue enterrada en el cementerio de San José de Granada Encarnación Rubio, la mujer de 46 años que murió el miércoles al ser atropellada cuatro veces por su marido, Francisco Jiménez, el cual tenía una orden de alejamiento y no podía acercarse a ella a menos de cien metros. La mujer tenía una orden de protección dictada el 27 de marzo. En ella, una juez de Granada pedía expresamente a la Guardia Civil que protegiese policialmente a la víctima porque consideraba que su vida corría peligro. Al parecer, y según numerosos testimonios, Francisco Jiménez incumplía casi a diario la orden de alejamiento, por lo que este caso se ha convertido en una emostración de que el sistema de vigilancia y protección a la maltratadas ha fallado. La presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Montserrat Comas, ha anunciado que va a pedir explicaciones al Ministerio del Interior en funciones por este «fallo policial» y ha insistido en que «aunque la orden de protección ha fallado en este caso concreto, no se debe cuestionar la eficacia de la ley reguladora de este instrumento porque hay 6.004 órdenes dictadas judicialmente que están funcionando, con esta lamentable excepción». El consejero de Justicia en funciones de Andalucía, Jesús María Rodríguez, tras condenar el asesinato de Encarnación Rubio, dijo que este caso evidencia la necesidad de que haya compromisos firmes por parte de las instituciones para acabar con esta lacra y abogó porque con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se apruebe la Ley integral contra la violencia de género. Varias instituciones y asociaciones feministas de Granada han pedido la revisión de la orden de protección de las víctimas de malos tratos que entró en vigor en agosto del año pasado y en la que se incluye la adopción de medidas tanto civiles como penales. La inhumación de cadáver se celebró en medio de las muestras de dolor de familiares y vecinos que quisieron darle el último adiós y condenar a la vez la violencia doméstica.