CORNADA DE LOBO
Corbatita plateá
UNOS PIENSAN ASÍ y los otros piensan asao; unos votarán de este modo y los otros siempre en contra. Sin embargo, todos los señores diputados que anteayer plantaron acta y culo en el escaño, todos, rojos y azules, tirios y troyanos, proclamaron su identidad absoluta y su unanimidad sin fisuras en un aspecto nada inocente ni casual, todos estaban de acuerdo en algo, todos iban uniformados, todos se embutieron en un traje con corbata, la corbata les ahorcaba la deferencia, cada pescuezo una corbata, todos menos uno, el izquierdo-unido Joan Herrera con chaqueta de cheviot y oscura camisa con marchamo de buotique y nada jornalera, cara informalidad. Y lo demás... cuánta corbata, sólo corbata. Los uniformes en la gente esconden algo perverso, niegan y arrasan la pluralidad, la diferencia que la naturaleza, los gustos y las ideas establecen y multiplican. Los uniformes se inventaron para distinguir a los bandos en la guerra, en la confusión de las tortas y los navajazos; que se lleven y sigan gustando cuando no hay guerra es lo sospechoso, mal indicio. Por contra, las señoras diputadas pudieron exhibir esa liberalidad de vestimenta que es conquista exclusiva de las mujeres, cada cual a su bola y a su alarde confiando en que no haya otra cretina que lleve el mismo modelo, que es el disgusto eterno en bodas, saraos y estas ceremonias, sobre todo cuando hay tele mediante. La mujer, que suele admirar a los hombres uniformados por la categoría o rango que ello les confiere, odia el uniforme sobre sus hombros. Cunda su ejemplo, cópienlas, señores de la sala, con tal de no seguir viendo tanta dictadura y uniformidad en los ropajes masculinos, corbatita por decreto, chaquetita de cambiar, traje oscuro, igual corte, cornetazo en el armario. Y finalmente, los colores. Ahora a la derecha le gustan las corbatas rojas y a la izquierdina las azules. Ahí lo viste: Zapa llevaba una de raso azul braguita, Llamazares azul bancario como Jose Antonio Alonso, Moratinos también, Rubalcaba azul grisáceo, Marín azul y rosa (malva de lejos)... La de Mayor Oreja era roja y la de Michavila también (la del cartel de Morano ahí sigue en bermellón)... Ah, pero los de Cíu (rara coincidencia en sus tres mosqueteros) llevaban corbatas listadas, rayas oblicuas, al bies; uy, qué miedo.