CORNADA DE LOBO
Alá les confunda
OTRO PÁNICO sembrado en Leganés rompe la torga del reguero de las preguntas. ¿No habían dicho se acabó los de la moraima del temporizador, no más? ¿Cuántas células durmientes tiene este cáncer? ¿Cual es la frontera de su terror?... España es una tómbola donde se rifa la muerte. Se inauguró esa tómbola con preparativos levantinos del 11-S neoyorquino proclamando sus altavoces la cantinela barrenada: ¡qué alegría, que alboroto, otro terrorista piloto!... Y ahora este rosario nuestro de misterios dolorosos; mucho misterio. Esta es la línea de sospecha que se ha inaugurado en los cuarteles populares para darse explicaciones de una derrota que no acaban de roer (digerirla, jamás). No está claro el atentado del catorce de marzo, dicen sembrando insidia. Sólo les falta añadir que Zapatero está detrás de la conspiración islámica porque el transporte de la goma dos pasó por León, le pusieron multa de tráfico y lo dejaron seguir a su cita con la hecatombe. Hay periodistas de trinchera y cazo que están empreñando sus columnas con estas insinuaciones y otras mierdas confusas tras agotar la correlación etarra en la que se han venido columpiando; es decir, ¿quién ganó con los muertos de marzo?... pues que miren bajo su alfombra, vienen a concluir. La indignidad nos reboza y nos confunde. Qué país. Haber confirmado España su retirada de Irak no ha calmado a la bestia y parecen haberse tomado el estallido de aquellos trenes como una mascletá que inauguró la traca en la que ahora estamos, en la que persisten con bombas en las vías o comandos inmolados. Los terroristas del 11-M pudieron palpar el éxito de su objetivo: España se arruga y es buen cliente del chantaje, prosigamos la guerra santa hasta que Bin Laden reinstale la deuda árabe en una Alhambra granadina reconquistada. ¿Dónde fijan su límite estos hijos de cien zorras y un cerdo tuerto?... Ayer la marejada iraquí arremetió contra la escollera española en Nayaf. Váyanse de aquí, gritan incriminándoles y piden morteros. Los móviles de Al Qaida difunden la consigna y los activistas de Morata o Leganés ceban la dinamita triunfantes y convencidos de que Alá oye sus rezos y nos confunde convirtiéndonos en peldaño de sangre para que ellos puedan subir a ese cielo suyo tan borracho de muerte y venganza.