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Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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ES JUSTO y necesario, es importante y no sé si revolucionario. La Asociación Flora Tristán nos invita a ver una instalación artística en la sala de exposiciones del Centro Cultural Juan Antonio Posse de San Andrés del Rabanedo sobre la violencia doméstica, sobre el terrorismo de género, sobre todas nosotras y, por supuesto, todos nosotros. Cuando uno lee, por ejemplo, la reciente novela de Mario Vargas Llosa sobre Flora Tristán «El Paraíso en la otra esquina» (Ed. Alfaguara) y descubre el espíritu avanzado y desatadamente humano de dicha mujer, no la siente como un referente feminista, sino como uno humano. Hay seres humanos que tienen respuestas y nos las entregan, personas capaces de ser fieles a sus convicciones de tal modo que, con el tiempo, se convierten en un símbolo que hace avanzar la moral colectiva de una civilización. La lucha de Flora Tristán, como la de muchas otras mujeres que, a lo largo de los siglos, no se han resignado sino que se han revelado contra el papel secundario que les ofrecía la sociedad y la vida, se inserta, en mi opinión, dentro de la pugna que se ha venido desarrollando a lo largo de toda la historia en contra de la arbitrariedad del poder, y en pro de una humanidad mejor. El feminismo ilustrado de esta francesa universal, un feminismo progresista y práctico como su lucha obrerista, nos muestra hoy día como el terrorismo de género es la criminalidad de quien no quiere dejar ni compartir el poder; la criminalidad egoísta de quien se cree superior, la del dictador. Sí, el machismo y el fascismo tienen mucho que ver. Reconforta saber que el mundo está lleno de injusticias, sí, pero hay siempre visionarios -hombres y mujeres- capaces de vislumbrar otro mundo; capaces de decirnos que todo puede ser también de otra forma. Esas personas, las que ven y nos muestran otro modelo, sí logran que cambie el mundo. Ahora estamos muy necesitados de que se nos presente otro modelo de hombre; que se nos diga y demuestre que hay otra forma de ser varón, y se supere así el decadente y caduco machismo. Necesitamos saber y ver como ser hombre también puede ser compartir, apoyarse, emocionarse en público, llorar y no ocultar las debilidades ni sobreactuar. Necesitamos no tener que fingir que todos los varones no somos, en realidad, hombres de cristal. Nosotros tenemos nuestros días fuertes y débiles, como ellas; nadie pertenece a nadie sino que hay que ganárselo todos los días; hay sabiduría en la colaboración, en la unión igualitaria, como lo hay en el trabajo en equipo; éstos y otros son mensajes que la vida y la obra de Flora Tristán nos enseñó, y siguen siendo válidos. El terrorismo de género, quede claro, no tiene nada que ver con la masculinidad, ni debe provocar la más mínima condescendencia de parte de nosotros, los hombres, pues bien mirado se trata de una patología; del recurso pobre de gente primaria. En mi opinión conceptualmente el machismo tiene que ver con el fascismo, como los maltratadores en esencia tienen mucho que ver con los violadores. El hombre de cristal no es un héroe, sino un ser humano frágil que ama la vida y ama el amor. Alguien que entiende más desde el corazón que a través de la inteligencia la sencilla verdad de que formar una pareja se define como formar un equipo para la vida. Suena raro escribirlo y, aún más supongo, leerlo pero la imposición y la dominación no componen el amor sino sólo su viñeta grotesca. Flora Tristán hoy nos enseña indirectamente que es digno de lástima el ser humano, por triunfador que parezca, que no logre un vínculo sólido con los suyos, o no lo aprecie. Uno es su concepto de familia.