El paisanaje
Ahora se van a enterar
POR FIN uno de esta provincia triunfa en Madrid fuera del ramo de la construcción. Zapatero ha llegado a La Moncloa y habría que ser muy descastado para no alegrarse de la suerte del paisano, aunque sólo fuera por lo que toca en lo más cerca. Cuestiones como ésta suelen generar no pocas reacciones desmesuradas en la hinchada local, cosa que uno procura evitar cuidadosamente porque a estas alturas ya no es forofo de nada ni de nadie, así que se limita a dar la enhorabuena con nobleza cazurra. Es lo mismo que a muchos nos pasa con la Cultural: no nos va el fútbol, pero nos alegraríamos si ganara la champion league . Milagros aparte, es de agradecer que en el futuro gobierno de la nación haya por lo menos uno que sepa dónde cae, más o menos, León en el mapa. Hasta hace poco sólo se orientaba vagamente el ex ministro asturiano Cascos , siempre de paso, y la Lola, ex novia de los Café Quijano, que hizo historia en el café cantante de su padre, más conocido como «la Taberna del Buda» por lo calvo y porque no tiene un pelo de tonto. Ahora León no tiene pérdida para los forasteros e, incluso, infunde un cierto respeto. Tenemos a José María Fidalgo, un altaricón de Trobajo en la cúspide de CC.OO., a los Quijano liderando la vuelta al mundo en microsurco y desde ayer mismo a Zapatero tratando de tú a tú a Bush y a Putin. Sale uno de León y, nada más pasar Benavente, si te pide el carnet la Guardia Civil de Tráfico y ve que eres de aquí, en vez de una multa te ponen escolta. Basta con enseñar el DNI, pero, dejando asomar también el carnet del partido, se cuadra hasta el coronel. Más de uno lo hace como quien no quiere la cosa. Quede constancia de que esta semana se inicia un periodo histórico para León, en el que es seguro que, teniendo a Zapatero de presidente del Consejo de Ministros, pueden mejorar aquí muchas cosas que, por una vez, no van a ir a peor. Servidor piensa honradamente que Zapatero tampoco parece ni descastado ni gafe -de sabios es rectificar- así que algo caerá. Lo primero se le supone, porque no deja de haber sido uno más de la chiquillería del barrio y, respecto a lo segundo, ya lo predijo el adivino Rappel antes de las últimas elecciones: «los hay que nacen con una flor en cierto sitio y los hay también a los que les sale un ramo». Quienes tenemos ya el susodicho sitio pelado en política, dicho sea con perdón del señor obispo, asistimos estos días al trajín de nombramientos de altos cargos, muchos de los cuales van a ser ocupados por leoneses y, como tales, viejos conocidos. Unos son amigos y otros no tanto, porque no es fácil elegir a unos y a otros desde los clásicos y lejanos tiempos de Catón el Viejo, que presumía de divertirse al hacerlo, sobre todo cuando se trataba de enemigos. Uno en la vida moderna hace lo que puede y no siempre acierta, la verdad es que casi nunca, pero de todas formas manda un saludo a alguno que otro. Como Miguel Alejo, ex concejal y ahora nuevo delegado del Gobierno en Castilla y León. Es preferible, en cambio, que otros y otras no se den por aludidos. Alejo, que es de letras e inspector de Educación y Ciencia, sabrá disculpar si esta modesta felicitación le causa problemas, como cuando aquel cliente y amigo de Cicerón perdió el pleito, fue desterrado a Marsella y agradecía al abogado la oportunidad de degustar, gracias a él, el pescado de las Galias. Volviendo al principio, se inicia una nueva era en León, quién sabe si de autovías y puentes en cuatro dimensiones o más, aparte de las de largo, ancho y alto, parques tecnológicos para la Candamia como los que tiene el gringo Terminator en Sillicon Valley (California), donde también ha llegado a gobernador, y, ya puestos, en vez de puertos secos, una salida al mar para que entre por los túneles de Pajares. Mandando como mandamos ahora los cazurros es sólo cuestión de detraer fondos del trasvase del Ebro. De momento y según las últimas noticias, en León está bajando el paro entre la clase política y el que no se coloca de subsecretario o la que no suena para directora generala siempre encuentra un empleo de subdelegado, con los correspondientes puestos de trabajo inducidos para las cuñadas. Siempre ha sido así y los de León no íbamos a ser menos. Bien es verdad también que sólo se trata de empleos eventuales para cuatro años y que antes o después puede dar la vuelta la tortilla. En cuyo caso entrarían a saco los gallegos de Mariano Rajoy. Cuando se hace notar a los afortunados las vueltas que da la fortuna, a veces se reciben malas contestaciones como la de uno de La Bañeza que se arruinó a las chapas en Semana Santa en la penúltima jugada. Sus últimas palabras, antes de que salieran cruces, fueron: «estoy en racha».