Diario de León

Quedan fuera de la normativa los productos derivados de animales que se nutren de OGM

Alimentos y piensos transgénicos deben etiquetarse desde hoy

Los ecologistas denuncian que España carece de un órgano que garantice la trazabilidad

ALBERTO MORANTE

ALBERTO MORANTE

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R. RomarJ.L. Álvarez - redacciónmadrid
León

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Los consumidores que se acerquen hoy a comprar algún producto en el supermercado se encontrarán con una importante novedad: los alimentos que adquieran deberán hacer constar en sus etiquetas si contienen organismos modificados genéticamente (OMG). Hasta el momento, la normativa españo-la sólo obligaba al etiquetado de aquellos productos íntegramente transgénicos o fabricados a partir de la alteración de un gen (soja o maíz, por ejemplo), pero a partir del reglamento que traspone la legislación europea sobre etiquetado y trazabilidad será obligatorio indicar también si los aditivos que incluye el artículo que se ofrece contienen OMG y hacer explícita su condición de «modificado genéticamente». La normativa, que entró ayer en vigor, aunque hoy lo hará en la práctica, afecta a todos los alimentos y piensos que procedan de organismos modificados genéticamente. Sólo quedarán exentos los productos que contengan en su composición menos del 0.9% de presencia transgénica, umbral que se reducirá al 0,5% en aquellos artículos no aprobados por la Unión Europea, pero que sí tienen el visto bueno de los comités científicos, y siempre y cuando «se demuestre que la presencia de OMG es accidental o inevitable». A partir del concepto de trazabi-lidad, que consiste en el rastreo de un producto desde su origen y hasta que llega al consumidor, los operadores de la cadena alimentaria deberán demostrar que sus procedimientos para garantizar el proceso funcionan adecuadamente. Es decir, que permiten identificar de quien reciben y a quién transmiten el organismo alterado. Esta información deberá estar disponible para las autoridades durante cinco años. Sin embargo, y pese a que la legislación comunitaria pretende ofrecer una mayor información al consumidor para que decida si quiere o no este tipo de alimentos, no se etiquetarán los productos derivados de animales que hayan sido alimentados con transgénicos, como pueden ser la carne, la leche, el queso o los huevos. Objeciones Ésta es, precisamente, la principal objeción que han hecho a la normativa las organizaciones ecologistas, de consumidores e incluso de agricultores y sindicatos. «Esto es una trampa, porque se priva a los consumidores del derecho que tienen a conocer que los huevos o la leche que consumen proceden de animales alimentados con piensos transgénicos», denuncia Juan Felipe Carrasco, responsable de la campaña de OMG de Greenpeace. Carrasco asegura que la situación es especialmente grave si se tiene en cuenta que «el 80% de las cosechas transgénicas se utilizan para la producción de piensos». Pero éste no es el único inconveniente que presenta la normativa. Según Greenpeace, España, pese a incorporar la legislación comunitaria, no ha articulado un sistema burocrático y administrativo que garantice la trazabilidad, con la creación de un cuerpo de inspectores que supervise en todo momento el origen y evolución del alimento examinado. «Si no existe un centro nacional que garantice todo el proceso, de qué sirve la trazabilidad», se pregunta Carrasco. La entrada en vigor de la normativa de etiquetado y trazabilidad de los organismos modificados genéticamente también debería de abrir, en teoría, la moratoria de hecho, pese a que nunca declarada oficialmente, que la Unión Europea mantiene sobre estos productos desde hace cinco años, aunque en el mercado y en los cul-tivos subsisten las variedades aprobadas antes de esa paralización. En la práctica, sin embargo, la UE todavía no ha conseguido aprobar la autorización de la importación y entrada en la cadena alimentaria de una nueva variedad de maíz transgénico, lo que supondría en la realidad el fin de la moratoria.

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