El Bierzo, todavía más mágico «La solera de algunos pueblos de León te hace regresar al siglo XV»

Como cantaba el romance, De Villafranca a Bembibre, caminaba un caballero/ nada tenía de blanco, hasta el caballo era negro... en este caso, los caballeros han sido el fotógrafo asturiano Nardo Villaboy y el escritor leonés Luis Mateo Díez. Palabra y película se han fundido en esta nueva aventura editorial del Diario de León para ofrecernos una mirada nueva, original y sorprendente acerca de nuestro Viejo Reino, de cuya mano nos adentrarnos en ese momento mágico en el que caen las sombras y comienza el tiempo de lo oculto. Esas horas en las que las líneas del tiempo y el espacio se difuminan y la frontera entre el mundo real y el de la leyenda y el misterio se hacen más tenues. En el caso del Bierzo, el libro León, retrato de la luz , nos muestra una Ponferrada, un Bembibre, unos Cacabelos, Carracedelo, Toreno, Vega de Espinareda y Villafranca con sus tejados, torres e iglesias envueltos en la suave y lechosa luz de la luna, aún más mágicos, aún más fascinantes. Llegaba a las villas y aldeas a la caída del sol y los perros se volvían locos ladrando. «Y cuando ladra uno, ya sabes, se le unen todos», dice Villaboy en alusión al tremendo alboroto que anunciaba cada tarde el comienzo de su trabajo, entre el revuelo de los animales y la desconfianza de los paisanos. Pero Nardo Villaboy (Avilés, 1954), es un curtido profesional que lleva 28 años dedicado a la fotografía y doce al difícil arte de captar la imagen nocturna. El resultado de esa labor ardua y casi insomne, que conlleva un conocimiento preciso de las leyes y las propiedades de la luz, es la espectacular colección de imágenes del nuevo libro editado por el Diario de León, en el que éstas dialogan con los sugerentes textos del autor lacianiego Luis Mateo Díez. «No es el León de las postales -comenta Villaboy-, es una mirada nueva sobre un territorio que yo presumía de conocer pero que realmente no conocía». El fotógrafo se ha visto obligado, por tanto, a recorrer a fondo las ciudades y los pueblos leoneses, hollando sus callejas y empedrados; luchando con ayuda de su cámara contra los elementos. «León es precioso -continúa-, hay pueblos cuya solera te hace entrar en el siglo XIV o XV»; pero también apunta Villaboy a que debería «haber más edificios iluminados, no sólo las gasolineras, también iglesias, ermitas y monasterios». Esta falta de iluminación le obligó a emplear las luces de su propio coche o echar mano del mágico efecto luna llena, como en el Puente de Fernández-Casado sobre el Luna. Doce libros como autor y editor y 4 como autor avalan la trayectoria de un fotógrafo que hace malabarismos con la sombra y el claroscuro y que habla de los pueblos y cascos históricos como «la esencia de nuestra identidad».