Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Subir en globo

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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HUBO UN tiempo en el calendario leonés, por no ir más lejos, en el cual se obtenía la máxima calificación, como ciudadano, el hecho o la acción o lo que realmente fuera subir en globo. Y salvo algún que otro leonés muy lanzado, como Laurín o Miaja, que andaban escandalizando con los primeros vehículos a motor que vieran los siglos, no se sabía que nadie lo hubiera conseguido. Ni siquiera aparecía el indígena que hubiera conseguido viajar en avión, en aeroplano, que se decía más propiamente. Se sabía naturalmente que existían aparatos que volaban, desde Ícaro, al que se le quemaron las alas de cera, pero aparatos para trasladarse de León a Madrid, por ejemplo, para arreglar algún asunto oficial, no se conocían. De modo que los leoneses se caracterizaban por formar en el censo nacional de peatones o ciudadanos de infantería. Y mientras que en Valladolid ya volaban aparatos con la matrícula de Pucela, aquí el que quería viajar a lo grande tenía que utilizar el autobús de Martiniano (hoy Alsa). Así es que cuando un de estos últimos días, pero ya en pleno período pasional, el señor alcalde, Don Francisco Fernández, descubrió el empeño personal y organizativo de poner el aeropuerto de La Virgen del Camino en plan moderno, capacitado para que sobre sus campos aterricen aparatos capaces para el transporte cuando menos de cien viajeros, costara lo que costara, nos sentimos orgullosos y llenos de santa energía, como cantan los Lumins de la televisión. Porque, sugiere el señor alcalde, o nos enfrentamos con la reforma y ampliación y dotación del aeropuerto que tenemos, o acabaremos en poblado de peregrinantes a Santiago o de jubilados al sol. Y aunque el que suscribe no es que digamos un virtuoso de los viajes aéreos, puede decir y dice que ya ha recorrido rumbos celestes suficientes como para poder asegurar que el señor Alcalde tiene razón. Y miren ustedes que me cuesta adherirme a los entusiasmos municipales!... ¡Albricias, Don Paco, los que van a volar le saludan! Lo que sucede, salvo su mejor saber y entender es que la utilización del servicio aéreo es caro. Y complicado. Piense usted, señor alcalde, que el presumible viajero que viva como tantos otros en La Corredera, por ejemplo, para llegar al aeroplano, tiene que utilizar primero un taxi que le aproxime a los hangares de la Virgen de los Dominicos. Luego el mentado aparato volador le dejará a usted en Barajas, que es como una pedanía de Madrid paro con aeródromo o aeropuerto. Todo esto implica gastos superiores a los disponibles para la mayoría de la población laboral, lo que nos lleva a sospechar que la ampliación y mejora de nuestros medios modernos de volar, se puede quedar en un privilegio para ricos por su casa. Así es que al mismo tiempo que felicitamos al señor Alcalde por sus entusiasmos aeronáuticos, le agradeceríamos que intentara encontrar los medios de aliviar la factura del viaje, aunque sea subvencionando los vuelos, lo mismo que se subvencionan las carreras ciclistas o las patadas reglamentadas de los pelotoneros. Es cuanto se le ocurre proponer a este su seguro servidor que besa su mano.

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