Bailes para la patrona

Todos fueron fieles a la cita anual con su patrona. Ningún hijo de Laguna de Negrillos quiso perderse ayer el camino de regreso de la virgen del Arrabal a su ermita desde la iglesia de San Juan Bautista. Cientos de personas asistieron a la procesión, en la que no faltaron los danzantes ni el ramo de roscas. Además, el tiempo acompañó, ya que el sol lució radiante durante toda la tarde. Devoción, tradición y leyenda se confunden en esta fiesta. Cuentan que muchos siglos atrás un obrero realizando excavaciones en la zona se topó con un obstáculo. Al sacarlo de la tierra resultó ser una imagen de la virgen policromada, sentada con un niño al lado izquierdo. La bautizaron como virgen del Arrabal, en alusión al lugar donde fue encontrada y allí mismo se levantó una ermita en su honor donde hoy se custodia la imagen durante todo el año. Pasados los años llegaron tiempos de sequía y el Ayuntamiento hizo un voto: si la señora mandaba agua para sus campos el pueblo, en agradecimiento celebraría una fiesta en su honor. La virgen cumplió su parte y el pueblo también. Así nació la fiesta del Voto que se viene celebrando desde tiempo inmemorial el último domingo de abril. La imagen es trasladada el sábado desde su ermita hasta la iglesia de San Juan Bautista. Ésta es la única ocasión durante todo el año en la que la imagen sale de su ermita. Tres metros de altura Los actos comienzan a las cinco y media de la tarde cuando el grupo de danzas y la corporación municipal acompañan al párroco hasta la iglesia. Allí se reza un rosario y el último acto de la novena. Seguidamente comienza la procesión propiamente dicha que va encabezada por un ramo de roscas de más tres metros de altura y acompañada por los danzantes de la villa. Tras recorrer la calles de la localidad, la virgen se devuelve a su ermita, y hasta el próximo año. Es, quizás, la fiesta que más adeptos tiene en la localidad paramesa ya que los naturales de Laguna de Negrillos sienten verdadera devoción por la virgen del Arrabal. Todos los nacidos en la villa y que han tenido que emigrar a otros lugares, bien de la provincia, bien de la geografía española, hacen un hueco en sus agendas para poder realizar una escapada y estar presentes en la procesión. Es esta celebración, sin duda, un acto eminentemente religioso, pero avalado por la leyenda que se pierde en el túnel de los tiempos y que hace que la creencia y la devoción sean aún más fuerte si cabe.