Diario de León
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FRANCISCO DE MURO ÍSCAR
León

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ES MÉDICO traumatólogo, lo que no saben muchos; es leonés, como José Luis Rodríguez Zapatero, y también ejerce como tal; puede mirar por encima del hombro -otra cosa es que lo haga- a casi todos los políticos de este país y ha tenido al menos dos despidos en su vida, uno en el Hospital de La Paz y otro en León, el primero. Un día decidió dedicarse cambiar la medicina por el sindicalismo y el pasado fin de semana ha sido reelegido secretario general de Comisiones Obreras con casi el sesenta por ciento de los votos, después de un mandato difícil y productivo, de cuatro años. José María Fidalgo fue el sucesor de Antonio Gutiérrez y de Marcelino Camacho -los dos impuestos por el PCE, mientras que su candidatura nació del propio sindicato- y no lo tenía fácil. Con efectividad, con sosiego y sin demagogia lo ha conseguido. Aduce a su favor que se han conseguido logros importantes -aumento de las pensiones, extensión de las cláusulas de garantía salarial y que los salarios han subido más que la inflación- y, sobre todo que Comisiones Obreras tiene doscientos mil afiliados más que en el año 2000. Ha ejercido el diálogo social con los empresarios y con el Gobierno del PP y sólo se ha lanzado a la calle cuando le parecía justo e indispensable. Su firmeza nunca ha sido incompatible con su moderación. Fidalgo se encontró un sindicato dividido y con problemas -y así sigue-, pero ha demostrado que sabe anteponer los intereses generales a los gremiales y los de la clase trabajadora en su conjunto a los de los sindicalistas profesionales, aunque sean de su propio sindicato. No tiene complejos, llama a las cosas por su nombre, sabe sonreír y asegura que es un lujo estar donde está y trabajar en lo que le gusta para conseguir la igualdad. Entre Cándido Méndez y José María Fidalgo hay grandes diferencias y una de ellas es la de la absoluta independencia, seguramente por eso José María Fidalgo encabeza hoy, pese a los enemigos internos, un sindicato líder que todavía tiene muchos retos pendientes. El más importante es el de la modernidad, el de ser un sindicato para el siglo XXI y no un sindicato del siglo XIX. Si alguien desde el sindicalismo ha trabajado por el diálogo, por el consenso y por una sociedad más justa ese es, sin duda, José María Fidalgo.

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