Diario de León

| Entrevista | Eduardo Galante Patiño |

«Si los insectos desaparecieran de la Tierra, la vida en nuestro planeta no podría continuar»

El jurado ha reconocido el impulso dado al estudio de los insectos para la conservación del medio ambiente así como la impronta conservacionista que ha dejado a sus alumnos

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Miguel J. Tré - leon
León

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Gallego de nacimiento y salmantino de adopción, en cuya Universidad se licenció y doctoró en Biología, Eduardo Galante ha sido galardonado con el Premio Castilla y León 2003 a la Protección al Medio Ambiente como «reconocimiento al impulso dado al estudio de la diversidad de los insectos para la conservación del medio ambiente y a la impronta medioambiental y conservacionista que ha dejado a sus alumnos». En la actualidad, es catedrático de Zoología y director del CIBIO, un Instituto Universitario de Investigación de la Universidad de Alicante, dedicado al estudio y conservación de la diversidad animal y vegetal del cual fue su creador e impulsor desde el año 1998. Además, preside el Comité Español de la UICN y la Asociación Española de Entomología. -Para comenzar, una pregunta obligada. ¿Qué supone este premio para usted? -En primer lugar una gran satisfacción personal y un incentivo para seguir trabajando por la conservación de la Naturaleza. Y, además, un reconocimiento a todos los que desde hace años luchamos en el campo de la conservación trabajando con unos animales tan pequeños y a veces desconocidos para el gran público como son los insectos. -¿Qué papel desempeñan estos invertebrados en el mantenimiento de los ecosistemas? -Si existe un grupo de animales que ha alcanzado un éxito biológico sin precedentes y con un papel importantísimo en todos los ecosistemas terrestres, este es el de los insectos. La riqueza conocida de estos invertebrados supera el millón especies de un total de seres vivos de, aproximadamente, 1.650.0000. Para entender su importancia pensemos que más del 60% de las plantas con flores se polinizan y sobreviven gracias a los insectos y, que más del 20% de la masa vegetal que cae al suelo es destruida por ellos siendo, además, los principales degradadores y desintegradores de los cadáveres animales y de los excrementos, algo que se puede ver fácilmente en un ecosistema pastoreado como son las dehesas. Definitivamente, si los insectos desaparecieran de la Tierra, la vida en nuestro planeta no podría continuar. Son totalmente imprescindibles en cualquier ecosistema y sin embargo sufren en ocasiones continuas agresiones. -¿Cree que se adaptarán mejor que nosotros a los cambios que se están empezando a producir? -Su elevado número de especies indica gran capacidad de reacción y adaptación a las condiciones más cambiantes que podamos imaginar. Han logrado penetrar en cualquier medio y colonizar prácticamente todos los ecosistemas. Tomadas individualmente, muchas especies no podrán reaccionar ante el profundo cambio global que se está produciendo y no me refiero sólo al climático, sino a la alteración y destrucción de hábitat, fragmentación de ecosistemas, contaminación industrial y por agroquímicos, etcétera. Muchas especies empiezan a desplazarse hacia el norte o a nacer en periodos mas tempranos del año con lo que se produce entre otras cosas una desincronización con algunos vegetales que les sirven de alimento y que no evolucionan a la misma velocidad. En definitiva, aunque reaccionen en principio, van sufrir gravemente las consecuencias del cambio global lo que además podrá llegar a tener importantes repercusiones económicas. Desarrollo sostenible -Usted inició su actividad en Castilla y León, una de las regiones europeas con mayor biodiversidad. ¿Cree que se está haciendo todo lo posible para protegerla? - Creo que existe un claro interés en poner en valor la extraordinaria naturaleza que encierra Castilla y León y un ejemplo es el incremento de áreas protegidas y la puesta en marcha del Programa Parques. Pero quizá tenemos todos una responsabilidad en procurar transmitir la necesidad de conservar este rico patrimonio natural por ser irrepetible, porque tenemos obligación moral de preservarlo para las generaciones futuras y porque forma parte de la historia de un pueblo que se ha caracterizado por organización rural que ha explotado y modelado a lo largo de siglos el paisaje que ahora contemplamos y queremos proteger. En este sentido, debemos exigir a los responsables de las administraciones que hagan todo lo posible para conservar, pero no olvidemos que antes tenemos que dirigir nuestros esfuerzos a convencer de la necesidad de este proceso, ya que al fin y al cabo los políticos se rigen por los designios de la mayoría. -Como uno de los impulsores de Programa Parques Naturales de Castilla y León, ¿piensa que es posible compaginar el crecimiento y el bienestar social con el respeto al medio ambiente, el tan manido desarrollo sostenible. ¿No será una utopía? -No sólo no creo que sea una utopía, sino que soy un ferviente defensor de que es posible compatibilizar el uso del medio y la conservación. Para ello, debemos poner a hablar a todas las partes implicadas, explicar claramente las ventajas y, por qué no, las restricciones de uso, incentivar políticas generadoras de riqueza ligadas al entorno de las áreas protegidas y consensuar los planes de gestión. En definitiva, los habitantes de las áreas protegidas y su entorno no deben ser meros espectadores de una acción de la administración sino protagonistas importantes del futuro del parque. Yo sería partidario en muchas zonas de, al menos, un gestión compartida. Cuando algo se siente como propio se cuida más. -¿Y no correremos el riesgo de un turismo masivo que los degrade? -Es evidente que el peligro potencial existe, pero para eso se hacen los Planes de Ordenación de Recursos primero y después los de Gestión y Uso Público. Con una buena planificación, itinerarios claros e interesantes para las visitas y una buena organización de atención al público visitante, creo que el peligro no debiera existir. Es verdad que siempre nos pueden decir que algo se altera, pero creo que bien organizado, el posible perjuicio es mínimo y sin embargo acercar la naturaleza a los visitantes y explicarles el interés del lugar y el por qué de su conservación es muy importante por el componente educativo que conlleva, además de que la sociedad tiene derecho a exigir ver aquello para lo que a través de sus impuestos contribuye a su conservación.

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