CRÉMER CONTRA CRÉMER
Los elegidos
DESDE QUE estos nombres, a los que me atengo pro ahora, aparecieron en los tablones de anuncios de la Ciudad como elegidos para ocupar puestos de indudable importancia y de resonancia cierta en los ámbitos leoneses, hasta este momento, en el cual me decido a ofrecerles nuestro homenaje desde esta columna clásica del periódico nuestro de cada día, he dejado pasar tiempo, el obligado y necesario para que los hombres llamados ajusten sus esquemas mentales e ideológicos a la nueva realidad española que se inicia precisamente con la figura de un leonés de vocación y de costumbre como es José Luis Rodríguez Zapatero, con el cual nos hemos acostumbrado a vivir con sereno y entrañable talante. Y es que los nombres (y los hombres) a los que he de referirme, forman parte del dispositivo principal de nuestra biografía. Aquí o en el Bierzo, que tanto monta, se hicieron hombres y mujeres que hoy aparecen como mentores de nuestra peripecia: Amparo Valcarce, ha sido designada por quien puede, como secretaria de Estado de Asuntos Sociales, y sin disponer de datos directos estamos seguros de que su andadura por las nuevas sendas políticas, de tan difícil andadura, resultarán para esta berciana ardida y activa, un motivo más para su consagración en el capítulo de los políticos que León demanda y necesita. Como es fácil pronosticar lo mismo para Jaime Lobo Asenjo, hasta ahora delegado de Castilla-La Mancha, y a partir de este momento, tan sensible y riguroso, llevado al cargo o función o misión de la Jefatura del Servicio de Cultura de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León. Y pienso que nunca se pudo dar mejor con el hombre idóneo como en esta ocasión, dada no solamente la preparación del nombrado sino tenida en cuenta su sensibilidad, su generosidad y su probada experiencia. La Cultura en términos generales anda bastante dejada de la mano de los hombres y se hace imprescindible un hombre del tesón, de la seriedad y del sentido de la responsabilidad de Jaime Lobo para intentar al menos convertir este expediente en un motivo de satisfacción total. Y a punto estuve de añadir al texto anterior el nombre de Miguel Alejo, sin duda uno de los hombres del municipio de más claridad de ideas, de más sólida preparación para el servicio público y de disposición más generosa y eficaz para el cometido que venía desempeñando y para el que parecía llamado como alcalde de su pueblo. Miguel Alejo es, no solamente un hombre «dialogante y muy trabajador», sino un ser para el entendimiento general de las necesidades que lastran la marcha de la Ciudad. Naturalmente, a estos, como a cuantos aparezcan en lo sucesivo en el cuadro de honor en la política española, nuestra enhorabuena y nuestra esperanza. Ahora, compañeros del alma, señoras y señores de la sala. ¡Que Dios reparta suerte! 1397124194