Diario de León

CORNADA DE LOBO

Escupir al cielo

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ORTEGA Y GASSET dejó unas líneas de primor literario y admiración dedicadas a las chopos leoneses que él veía cubriendo flancos en las carreteras que recorrió en los años treinta mientras se trabajaba el acta de diputado que obtuvo por Valderas, chopos de lanza acipresada, hilera de gigantes verdes que surgían imposibles de una tierra árida y rastrojera, barreal pedregoso. Sombreaban los caminos en aquellos andares lentos bajo la retestera. Formaban túneles como claustros góticos de ojiva verde y crecían lejos de la codicia en tierra del común, patrimonio público. Fueron herencia malbaratada y, por sistema, rapiñada. Ya sólo quedan dos o tres carreteras con su desfile negral o lombardo de chopo tieso. Tampoco en las lindes y prados se ven aquellos otros aún más acipresados porque se mondaban en ramoneo para el invierno del ganado. Únicamente en las carreteras se alzaban los supervivientes, pero tuvieron en la ingeniería de carreteras su depredador sistemático y arrasador. Talas y ventas bastardas acabaron con ellos. Fuera árboles, dicen en el despacho. Alegan que son un peligro para el tráfico veloz. En Francia, ya ves, opinan lo contrario y consideran que han de mantenerse para disuadir de conducciones temerarias y carreras a la tumba. De hecho, pintada su panza con bandas blancas, definen y ciñen el trazado de la calzada. Aquí, sin embargo, se ha perpetrado un nuevo fusilamiento de cuneta con los chopos centenarios de la carretera de Puente Villarente a Villafañe. Un comunicante me advirtió hace tiempo del crimen anunciado y estas líneas de aquí son sólo cebada al rabo de una burra muerta. Quizá tampoco hubiera servido de mucho entonces la apelación a la amnistía en este nuevo arboricidio. Emperrado en un plan, bueno es un ingeniero; y acémila, la administración. Lo curioso es que cuando siegan con la sierra porque lo exige una ampliación vial, no replantan arbolado en sus flancos. Eludiendo supuestos peligros, incitan a correr más y, así, el hostiazo es aún mayor. Recuerdo siempre en este tema a mi abuelo Severino y su teoría de plantar frutales en todas las carreteras, cerezos, perales, manzanos, nogales... fruta libre para quien la quiera, maná gratuíto, riqueza forestal, sombra y poesía de higuera. Seguimos desollando el paisaje. Y despreciando la naturaleza, estamos escupiendo al cielo.

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