Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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HACE COSA DE veinte años los socialistas cerraron muchas líneas de tren. Por lo general eran trazados humildes, que iban desde ciudades pequeñas a otras todavía más pequeñas, atravesando dehesas remotas, sierras pobres y vastas llanuras deshabitadas. El mapa de España está lleno de estas vías muertas, que ahora son caminos por donde avanzan en bicicleta militantes ecologistas, parejas enamoradas, maestros nacionales, personas solitarias, maduros animosos, peregrinos anárquicos y otras muchas buenas gentes que abandonan por unas horas la vida urbana: esa felicidad de librerías y parques, debares y plazas, de teatros y libertades y de bañeras y músicas. Pero a lo que vamos, a los bellos trenes de antaño, fulminados por los economistas de Madrid. La liquidación fue muy cruenta y dejó un regueronumeroso de estaciones convertidas en paisajes levemente afganos: tendejones con las ventanas rotas, o en el mejor de los casos tapiadas con ladrillos o madera, andenes arruinados, zarzas creciendo en el viejo cemento... y más allá los retretes decimonónicos también tapiados, aunque todavía malolientes, como si los lustros no fueran capaces a deshacer el tenaz orín de los viajeros. Su clamor de venganza por el cierre.He pasado muchas veces,como todos, por esos lugares. He palpado esa muerte vieja, y en viendo la desolación reinante y la ardiente escasez demográfica,hasta he comprendido a los crueles burócratas de Madrid, que abominaban de los trenes vacíos cruzando desiertos. Ahora bien, lo que nunca entendí es que estos caballeretes -que son los mismos que a punto estuvieron de liquidar para siempre el tren de León a Bilbao- se cargaran la vía férrea de la Plata, con su importancia estratégica, su reguero de ciudades y villas, y su encanto verde y ocre. Tantos años después, los políticos que quebraron ese brazo de hierro quieren arreglar el desaguisado, y de momento ya han prometido que se va a reabrir el querido tren que partiendo de Astorga se internaba en la pacífica provincia de Zamora y llegaba a Salamanca en marcha triunfal. Es una noticia noble, todo sonrisa y buen talante, y en su rumor optimista yo recuerdo mis viajes en la ruta de la Plata, casi siempre entre Astorga y La Bañeza. La línea no estaba electrificada entonces y los trenecillos que la trabajaban hacían el mismo ruido que un camión, lo que no dejaba de resultar divertido. Los automotores eran de color gris, anchos y voluntariosos, y se parecían algo a aquellos autocares antiguos de la empresa Fernández, de tan insólita carrocería. Como si tuvieran culo. La ruta hasta La Bañeza era fronteriza. Por un lado estaba el secano, las encinas, la espadaña de la virgen de Castrotierra, el gran sosiego la Valduerna y el tutelar telón del Teleno. Por el otro lado, el del ruido,corría la Nacional VI, los bares de carretera, la vega del Órbigo, alguna fábrica de piensos o de harinas y un enorme cebadero de ganado no lejos de Riego de la Vega. Luego ya venía La Bañeza, tierra querida, con su cultura ferroviaria, los grandes almacenes de grano junto a la estación y el prestigio de sus alubias y de sus salas de baile, donde nunca bailé,naturalmente. Ni en ninguna otra parte Cuando esta ruta de la Plata se reabra («no nos falles», Zapatero) volveré a subir en Astorga al sagrado rinoceronte de metal, que será nuevo y silencioso, y me bajaré en La Bañeza, y al otro día seguiré hasta Salamanca porque este tren será la espina dorsal del viejo reino de León, de las tres provincias más atlánticas de la desequilibrada comunidad, quien sabe si el acicate de una respetuosa independencia. Si ello fuera así, vaya mi deseo de que Zamora -en el centro y la más pequeña- sea la capital de la nueva y decimoctava comunidad autónoma de las Españas democráticas.

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