Diario de León

Obras a pie de La Almudena

Un centenar de operarios trabajan a destajo para urbanizar una calle próxima a la catedral, a menos de dos semanas del enlace. Unas vallas impiden a los viandantes observar la faena

Vallas y lonas verdes ocultan las obras realizadas en La Almudena con motivo de la boda real

Vallas y lonas verdes ocultan las obras realizadas en La Almudena con motivo de la boda real

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Mateo Balín - madrid
León

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La calle Requena está patas arriba. A menos de dos semanas del enlace real un centenar de obreros se afanan a toda máquina en adecentar esta vía madrileña que comienza en la Plaza de Ramales y desemboca en la calle Bailén a su paso por el Palacio Real. Unas vallas de metal con una loneta verde impide a los viandantes observar el desarrollo de la faena, pero el estruendo de los martillos mecánicos y el escape de los camiones volquetes es suficiente para darse cuenta de que el tiempo apremia. Más cuando la imagen de Madrid está en juego. Ese día la ciudad será observada por millones de espectadores a través de un centenar de televisiones de todo el mundo. «Antes de este sábado todo finiquitado. Órdenes de arriba», comenta Jorge Alonso desde el asiento de su miniexcavadora mientras descarga unos palés con baldosas de granito. «Trabajamos dos turnos intensivos de ocho horas bajo la atendido mirada de los señores de negro», dice, en referencia a los supervisores de la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid que observan atentamente el desarrollo de la obra. «Si no fuera por lo que es, no estaban ahí para meternos prisa», resalta, entre sonrisas, ante la distraída mirada de Rafael Losa. « Eso -salta este joven salmantino que controla la entrada de los camiones- al menos que nos hagan una mención por la aportación de los curreles a la boda ». Mientras a Julián, martillo eléctrico en mano, ya no le sorprende la velocidad con la que están trabajando desde hace un mes en el exterior del párking de Requena y asegura que algún «eurillo extra» de la Casa Real no le vendría mal. «Veo lo que genera la boda y ahora entiendo lo que significa la monarquía para los nacionales de un país. Además», prosigue este ecuatoriano, «mis compañeros me dicen que el ayuntamiento quiere promocionar como nunca la ciudad. La boda, los Juegos Olímpicos...». Junto a ellos, funcionarios del consistorio madrileño, operarios de Jardines y Parques y restauradores de la Casa Real se ocupan de acicalar la Plaza de Oriente. Santos Martín, de 51 años, tiene a su cargo un grupo de cuatro jardineros. Se ocupan de segar la hierba, recortar los setos y replantar las flores de las jardineras en los parques de Lepanto y de Cabo Noval, enfrente del Palacio Real. «Esta mañana hemos trasplantado un centenar de plantas que nos han traído de Holanda». Los colores de las flores (rosa, ocre y blanco) van en consonancia con los elegidos por el decorador Pascua Ortega para engalanar las calles de Madrid. «Lo cierto es que no escatiman para la ocasión», reconoce Santos. A escasos cien metros, Marisa Gómez estuvo toda la mañana de ayer colgada por un arnés sobre la fachada del palacio. Coloca con la ayuda de un compañero las antorchas que portan las esculturas de piedra. Tras bajar de las alturas explica que le «gratifica» trabajar cuando es para eventos de postín. «Estuve en Sevilla limpiado una de las puertas de la Giralda en la boda de la Infanta Elena y me quedé sorprendida con el ambiente de la ciudad. La gente te pregunta y te agradece el trabajo». También la entrada principal a la Almudena permanece cerrada. Una vaya de metal de dos metros imposibilita observar los preparativos que está llevando a cabo la Casa Real. Allí, los operarios trabajan a destajo puliendo el suelo, recolocando baldas de granito y limpiando alcantarillas. Al fondo de la explanada de la catedral, aparcadas en forma de rollos, metros de moqueta negra esperan para ser extendidas a lo largo del perímetro de la plaza.

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