Una nutrición adecuada comienza en la más temprana edad, por eso el colegio resulta esencial
El comedor escolar es fundamental en la adquisición de hábitos alimenticios
Platos nutritivos y variados, acordes con la dieta mediterránea, son muy importantes
La mayoría de los niños consumen con gusto menús que incluyen pastas, platos precocinados, frituras, hamburguesas, salchichas, pizzas, bollería industrial y postres dulces, resistiéndose a ingerir fruta fresca, ensaladas, verduras, legumbres y pescado. El menú de los comedores escolares debe tener en cuenta las necesidades nutricionales y energéticas de los niños tanto en la etapa preescolar (4-5 años) y escolar (6-12 años) como en la adolescencia. Los expertos en nutrición infantil consideran que el menú escolar representa el 30% del aporte calórico total del día, por lo que no deben faltar alimentos necesarios para el correcto desarrollo físico y un buen rendimiento escolar. En este sentido, los especialistas recomiendan a los responsables de la elaboración de los menús escolares aumentar la frecuencia de pescado, ensaladas, verduras, legumbres y frutas frescas. Estos alimentos son fuente de hidratos de carbono (aportan energía), fibra (ayuda a la regulación intestinal), vitaminas y proteínas (intervienen en el crecimiento y en la formación del cuerpo). Según un trabajo de campo realizado por investigadores del Observatorio de la Seguridad Alimentaria en distintos comedores escolares sobre la composición de sus menús, «los principales criterios empleados para la programación de un plato fueron la aceptación por parte de los niños y el precio del menú, no siendo considerados criterios nutricionales fiables». Necesidades nutricionales El menú escolar debe tener como objetivo satisfacer adecuadamente las necesidades nutricionales y energéticas de los niños de diferentes edades con el fin de conseguir un crecimiento adecuado para cada edad, y evitar el déficit de nutrientes esenciales como proteínas, vitaminas (Vitamina A y D) y minerales (Calcio, Fósforo y Hierro). El aprendizaje de hábitos alimenticios correctos ayuda a prevenir enfermedades como la obesidad, las caries, el estreñimiento crónico y el aumento de colesterol en sangre en edades cada vez más tempranas, según reflejan numerosos estudios. El menú de los niños más pequeños debe incluir platos elaborados de forma simple, con sabores más suaves y menos condimentados para que aprendan a identificar el sabor real de cada alimento. En los adolescentes es fundamental aumentar el aporte de proteínas, de origen vegetal y animal, así como de yogures y otros productos lácteos que aportan el calcio necesario para la formación de los huesos. Durante la adolescencia conviene tener mucho cuidado con las dietas sin control médico ni nutricional que causan graves trastornos alimentarios, apareciendo enfermedades como la anorexia y la bulimia.