CRÉMER CONTRA CRÉMER
Ya se van los pastores...
BUENO, SEGÚN las señales y las prescripciones de los doctores de la Ley, si esto sigue así, nos quedaremos solos, como los de Tudela. Porque no son solamente los pastores los que se van de estas gloriosas tierras de Guzmanes y Cabezas de Vaca, sino también los albañiles y los hombres del campo y las mujeres políticas. León se queda sin gente y los más sensibles a este fenómeno, o sea los que disponen de resortes para intentar una solución, se reúnen y emiten juicios que no por lo enredados dejan de ser verdaderos y hasta útiles. Se reunieron, se supone que en Valladolid, que es el campo en el cual se dirimen todos los pleitos de la autonomía, responsables políticos, sindicales y expertos en geografía y en economía especialmente de Castilla y León y han expuesto su preocupación ante la despoblación que se está operando, sin que se vean medios de dominar la tendencia. Las gentes se van, lisa y llanamente porque no tienen medios de subsistir en la tierra de su nacencia y como en la balada del saboyano ante el pan escaso/ cada uno el paso/ fuera movió. Y dado que como muy bien subraya Don Ángel Villalba, secretario general del PSOE en la zona, está claro que ni Castilla ni León pueden funcionar sin una ordenación del territorio, es el momento, pensamos los supervivientes, de que, como diría Don Fermín Carnero, que conoce perfectamente el cuerpo del delito, no solamente por su función al frente de la Unión General de Trabajadores, sino porque fue en León precisamente donde advirtió los síntomas de la enfermedad como trabajador sindicalista, «es el momento de que toda la sociedad leonesa y especialmente las instituciones se apresuren a vertebrar social y económicamente a León y Castilla» pero sobre todo a este León que se nos va de entre las manos. El Presidente de las Cortes -se supone que las de Fuensaldaña- Don José Manuel Santiago, sugiere que «es el momento de dibujar cuanto antes la geografía de Castilla y León, dentro de una estrategia poblacional». O sea, que León, así lo niegue el Santo Padre de Roma, está sufriendo uno de los males más pavorosos: los de quedarse vacío, sin gente, sin niños, sin ancianitos, sin nadie. Y los más preparados de la comunidad se reúnen y comprueban que efectivamente o todos a una como los de Laguna echamos una mano, o nos lleva la corriente de la tormenta hacia el mar, que, como todo el mundo sabe, es el morir. Lo cual no es óbice para que el ilustre Ayuntamiento por ejemplo, aproveche la baratura de los trenes, para prometer que no abandonará de su mano semanasantera a las Cofradías, ni a las vidrierías de la Santa Iglesia, ni a la Cultural y Deportiva ni a lo del «Espabila», ni a la presencia de León en todos los saraos feriales que se celebren en la Península y en América la hermanada, pensando, se supone que estos son los caminos para alcanzar la vertebración y el mantenimiento siquiera de la población actualmente censada, y no, es un decir que se dice, promocionando fábricas, estimulando empresas o moderando los precios. Tienen razón los ilustres opinantes: O tomamos en serio lo del mantenimiento de la población y todos ponemos en conseguirlo lo que hay que poner, o nos vamos a la M... eca.