Cerrar

Creado:

Actualizado:

EL PRINCIPAL enemigo de una mujer es otra mujer. La jueza decana de Barcelona lo está sabiendo estos días por haber sacado a pacer la lengua en prados de incorrección política al asegurar que hay una porción de denuncias por malos tratos que son más falsas que las mulas de Cabo o sencillamente exageradas y encaminadas a fines espúreos. Ese cupo de pescadoras en río revuelto (del que le han pedido pruebas a vuecencia la señora magistrada) le ha costado a la jueza las arremetidas de asociaciones feministas que la han puesto de chupa de dómine porque creen que es indigno e injuriante para este estado de mamporro perpetuo en el que vivimos sin vivir que se digan estas cosas cuando apenas son un diez por ciento los malos tratos que se atreven a denunciar las mujeres agredidas, las víctimas tantas veces impotentes, quedando el resto de maltratos impune y alimentando la final cuchillada mortal. Abundando en esta evidente indefensión, ahí está lo que se dijo en León sobre el tema en unas jornadas organizadas por el Colegio de Abogados: sólo en una de cada diez denuncias por maltrato se detiene al agresor. Sin embargo, no parece que la jueza haya negado esta flagrante situación, de la que sin duda tiene mejor constancia que el resto de peatones, pero tampoco quiere negar la menor, la excepción de esa señora despechada que busca sacar tajada, provecho de divorcio, venganza solapada del cabrón del marido que se las pira o rehúsa; te vas a enterar pedazo pedo, sapo inmundo, desgraciao. Son armas de mujer (en estas páginas apareció hace una semana una señora presidenta de la asociación «Armas de mujer», pero resultó ser peña de paisanas cazadoras que llevan escopetas al hombro y esas son armas inveteradas de hombre, cosa bien distinta a la sutileza o astucia del armamento que se considera claramente femenino, el único seguramente al que ha podido recurrir, armamento invisible, venganza enfriada, putadita al bies... denuncia falseada o desproporcionada). La escandalera feminista contra la jueza parece esconder esta evidencia que en secreto todos damos por cierta o probable, este fraude en algunas denuncias tras las que la víctima quedará manchada a perpetuidad y sin asociación que venga a repararle después la infamia o la calumnia, el daño irreversible. Armas de mujer.