Pastores, pan y queso

Valderas no olvida sus raíces ganaderas y pastoriles. Ni sus costumbres. Ayer cumplió con una que data de hace más de cinco siglos: la del reparto de los panes y los quesos en la ermita de Otero. Se trata de una tradición que en origen cumplían los pastores del municipio y que ahora, en estos tiempos en los que la profesión es cada vez menos común, el Ayuntamiento mantiene como testigo de la historia del municipio. El alcalde, Donato Caño, destaca que no en vano Valderas sigue siendo uno de los puntos de la provincia con más cabaña de ovino. A las seis de la tarde, gentes de todo el pueblo y de la comarca, que se contaron por centenares, recogieron de la iglesia la imagen de la Virgen Pastorina y la Cruz -patrona de la villa- y tras cruzar el arco de Santiago tomaron el camino a pie hasta la ermita de Otero. Un camino de hora y media en la que las dos imágenes viajaron en un carro engalanado escoltadas por chicas del pueblo; estaban en Valderas desde el 3 de mayo, fiesta patronal, cuando habían bajado desde la ermita en rogativa para pedir fertilidad al campo y bonanza para la cabaña ganadera. La tradición dicta que durante estos días la Virgen del Rosario, que durante el resto del año custodia la iglesia valderense, se intercambie con la Cruz y la Pastorina de Otero. Ayer se recorrió el camino inverso de hace un mes, con romeros a pie, a caballo y en coche; y con parada a mitad de trayecto para entonar la Salve. Ya en la campa de la ermita se repartieron los tradicionales panes y quesos. 3.500 raciones de las industrias locales del sector, regadas con vinos de la cooperativa de Valderas, que este año la corporación comió por primera vez con el gentío en lugar de por separado en el interior del templo como era tradición.