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CRÉMER CONTRA CRÉMER

Las malas compañías

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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YA NO DIGO, Dios me libre, pensar siquiera que Don George W. Bus sea una mala compañía, lo que sí pienso es que las relaciones políticas no sentimentales del presidente del Mundo, pueden resultar poco recomendables. Sobre todo en tanto que la guerra, su guerra del petróleo, se mantenga en el Irak, en Afganistán, en Cuba y no sabemos si en algún otro lugar del globo terráqueo. El señor Bus, por razones que ya son de dominio común, no es personaje cuya amistad resulte rentable. Mucho menos si el pretendiente, si le hubiera, estuviera más o menos comprometido en lides políticas fuera borda, es decir ajenas a los compromisos que el señor de los Anillos pueda tener. Y sin embargo, curiosamente ha sucedido, está sucediendo precisamente en España, uno de los «eventos» entre políticos y humanos más extraños, más controvertidos, más peculiares de la raza: El que fuera presidente de nuestro gobierno popular, hombre por otra parte al cual se le concedían méritos indiscutibles, cometió el error, imperdonable en un hombre público, de incorporarse incondicionalmente, a la pareja sentimental de la Presidencia del susomentado señor Bush y del no citado hasta ahora señor Presidente de la Inglaterra de Gibraltar. Y una acción tan atrevida y de tanto riesgo lleva aparejada la necesidad de acertar, porque si se produce un error puede costar la vida del artista. Y esto fue, dicho «sin acritud» lo que le sucedió a Don José María: que además de perder las elecciones a manos de Rodríguez Zapatero, se quedó solo fané y descangallado, con Bush. La situación, por muy temprano que se levantara el personaje no pudo ser más desairada, pero se le suponía temple y talante (que se dice ahora) para soportar la mala racha, y dejar que el tiempo acabara por cicatrizar las heridas para regresar, con permiso de la autoridad competente y si el pueblo lo exigía a pugnar por el puesto que tiene allí. En tanto el partido, su partido se preparó concienzudamente para salvar el bache electoral de Europa mostrando su capacidad de resistencia y sin rendir banderas. Para la nueva empresa se requería el esfuerzo de todos y de cada uno de los miembros del partido... Y no sin sorpresa, el pueblo entero comprobó que efectivamente el partido se disponía a reconquistar las posiciones perdidas, cuando el ex primer gobernante de España y de las islas chafarinas, se salió por peteneras, repitiendo sin el menor reparo que de seguir él al mando del Gobierno los soldados españoles, cedidos al emperador universal, no hubieran salido de Irak, cayeran bombas o chiuzos. Acto este tan insólito y desesperado que ha dejado a la población cuajadita de estupor. ¿Qué pretende Don José María Aznar? Que se borre del libro de España la derrota electoral que le dejó en la cuneta, precisamente por su terquedad de formar parte de los «tres tenores» de las Azores? ¿Qué nuestros soldados, que no tenían nada de voluntarios, vuelvan a las tierras del fuego para morir de mala manera? Escuchamos días pasados a través de la tele al alcalde de Madrid, señor Gallardón, intentando, con excelente retórica pero sin fuerza de persuasión justificar esta torpe manera de encajar la derrota por el señor Aznar. Y me han dado lástima, mucha lástima.

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