A LA ÚLTIMA
Gestos
DE REPENTE aparece un diputado separatista catalán y se pone a hablar en catalán en la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. Eso, ¿es grave, o no lo es? La respuesta es que depende. Lo que pasó no fue grave, porque sencillamente se recordó al diputado que la lengua legalmente apta para hablar en la Cámara es el castellano, y la cosa no pasó de ahí. Para el futuro, si se llega a un acuerdo pacífico entre todos los grupos sobre las lenguas aptas para desenvolverse en el podio del Congreso, y la Constitución y las leyes lo consienten, no tiene por qué ser grave. Pero si no se da ese acuerdo por la razón que sea -que podría ir desde el odio africano hacia todo lo catalán, hasta el nacionalismo castellano paranoico, pasando por la simple razón de que la gente prefiere entender lo que le dicen-, entonces podría ser grave, como es natural, si es que el tal diputado se obstina en hablar en catalán en sesión: se originaría un conflicto que podría llegar a serlo de orden p úblico, según lo excitados que se pusieran los ánimos. Porque la cuestión es que se trata de un gesto. Ese diputado habla y entiende perfectamente el castellano; es más, la mayoría de los diputados catalanes separatistas, que no son muchos, pero que los hay, aprendieron el castellano a la vez que el catalán, y algunos, antes, lo que quiere decir que son, cuando menos, bilingües, de manera que lo del catalán es un gesto, encaminado a poner de manifiesto la ruda opresión centralista y española a la cultura catalana, y a llamar la atención sobre lo incómodos que los catalanes se sienten siendo españoles. Naturalmente, los diputados nacionalistas no separatistas, y los socialistas que gobiernan con apoyos tan precarios, se han apresurado a hacer «seguidismo» de los independentistas, y con tal entusiasmo, que hasta se les han adelantado. Supongo que éste es otro gesto. Luego está lo de las selecciones deportivas autonómicas y los inevitables conflictos que se suscitarían en competiciones internacionales con la selección nacional española. Es otro gesto, aunque esta vez ya intentado anteriormente en hockey sobre patines a traición, con ocultación, nocturnidad y premeditación. Es lo que tienen los gestos: que a veces son ademanes patricios, y a veces se quedan en muecas ridículas.