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Denuncia en un duro informe que la mala gestión de los recursos agravará la pobreza

La ONU alerta de que el 75% de las pesquerías están al límite biológico

Critica que los gobiernos incumplen los tratados mundiales perfilados para conservar el planeta

ALBERT OLIVE

Publicado por
Arantza Prádanos - madrid
León

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Los ecosistemas son «el motor vital del planeta y la base primordial de la economía global». Con motivo de la celebración, hoy, del Día Mundial del Medio Ambiente, grandes organismos como Naciones Unidas y el Banco Mundial se ven en la obligación de recordar lo obvio; que todos los procesos productivos del mundo dependen, en último término, de la materia prima natural, de unos recursos finitos cuya buena o mala gestión marca la frontera entre la pobreza y el desarrollo sostenible. Dicho en números: el valor anual de la producción agrícola mundial es de 1,3 billones de dólares, pero el 52% de las tierras de labor de todo el planeta sufre una fuerte degradación de los suelos. Más de 350 millones de personas viven de los bosques y, sin embargo, la cubierta forestal global se ha reducido un 46% desde los tiempos preagrícolas. Uno de cada seis humanos depende del pescado para cubrir sus necesidades proteínicas, aunque el 75% de las pesquerías mundiales están al límite biológico de explotación. De cada 100 personas, 41 viven en cuencas fluviales degradadas y fragmentadas en exceso, y el 20% de los cauces de ríos se extraen para uso humano..., y así un sinfín de ejemplos de la sobrecarga de los ecosistemas del mundo. Son señales de alerta recogidas en el informe bienal Recursos Mundiales 2004 , patrocinado por la ONU, editado en España por Ecoespaña y la Fundación Biodiversidad, y que este año incide en la relevancia de los procesos de gestión y tomas de decisión en asuntos medioambientales. Además, la ONU critica que los gobiernos incumplen los tratados mundiales perfilados para conservar el planeta Las selvas degradas, los arrecifes coralinos agonizantes, o las especies en peligro crítico de extinción no llegan a ese estado por un deterioro natural o un agotamiento espontáneo de su capacidad de regeneración. El secretismo, la corrupción y los intereses de las grandes compañías acaban a menudo con el enriquecimiento ilícito de unos pocos a costa del patrimonio natural de comunidades entera. Activistas de Greenpeace escalaron ayer la Sagrada Familia de Barcelona para reclamar la protección de los oceános. De esta forma, diez escaladores desplegaron de lo alto de las torres principales de la catedral dos pancartas de 4x30 metros en las que se leía Salvemos nuestros océanos -una en catalán y la otra en inglés-, mientras que en una tercera se reflejaba la leyenda SOS para los océanos .

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