Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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A ÚLTIMOS de mayo murió en Madrid, Pedro de Ponferrada, filósofo de la vanguardia y el olvido, de la vida y la muerte, de la transgresión modesta y de la felicidad que huye. Pedro Paradasolana Abesedo (ése fue su nombre real) había nacido en 1942 en el barrio de San Andrés de Ponferrada, y su niñez fuela de todos: jugó a las pedreas y al fútbol; merodeó por las vías del tren; robó frutos por los huertos; espió a las niñas cuando atravesaban campos y frondas, y gozó de los mimos que aportan las madres buenas del Bierzo, en su caso con el toque austero y callado que es propio de las mujeres que vinieron del monte. Porque Pedro de Ponferrada era hijo de un matrimonio de feriantes nacidos en las faldas de Gistredo que se instalaron en la ciudad, dondetriunfaron poco. Pedro estudió en el instituto Gil y Carrasco y allí encontró su pasión por la filosofía. Pronto llegó a ser el mejor alumno de aquella ciencia, el más intuitivo y minucioso, y de su amor por los pensadores griegos le brotó la idea de ser filósofo él también y dedicarse al saber más profundo de cuantos habitanen el cerebro del hombre. Pedro quería elevarse hasta las fronteras últimas del ser y de la nada, y poco después también ideó cambiar de nombre. Y así como hay un Zenón de Elea, un Pitágoras de Samos o un Heráclito de Abdera, se dijo,también habrá un Pedro de Ponferrada, nombre que hizo público un año después, ya siendo estudiante de filosofía en Madrid, donde pudo ir gracias a una beca salario. Pronto, sin embargo, se truncó la carrera universitaria de Pedro de Ponferrada, y del modo más absurdo. Porque se cuenta que sintió tal emoción y vértigo al tener a su alcance todos los textos capitales de la filosofía que no fue capaz de asimilar tanto gozo. Quería leer muchos libros a la vez y cuanto antes, y de ahí ya pasó a sufrir una ansiedad angustiosa y paralizante que lo privó de cualquier eficacia. Deprimido y roto, anegado en un mar de suspensos, al finalizar el curso perdió la beca y abandonó la facultad. A partir de entonces Pedro de Ponferrada abrió una pequeña academia en la calle Amaniel y se dedicó a preparar alumnos para el examen de la madurez del preuniversitario. Años después, cuando el preu desapareció, se quedó sin tarea aunque quiso la providencia que sus padres fallecieran por entonces. Heredero e hijo único, vendió la casa del barrio de San Andrés y con su dinero pudo financiar su estancia en Madrid, donde se dedicaría a partir de entonces a pronunciar discursos cultos y libertarios en un café del barrio de Argüelles donde luego pasaba la gorra. Fue por entonces cuando muchos bercianos conocimos a Pedro de Ponferrada. En mi caso en abril de 1978, una época ingenua en la que el filósofo disfrutaba de sus mayores éxitos. Tenía Pedro trato con gente de cierta fama entonces, impartía su doctrina de disolución con un encanto innegable, y gracias a su amistad con un cargo del ministerio de Cultura, consiguió una ronda de conferencias provocadoras por el Cono Sur que acabó con una gran bronca seguida de una pelea de todos contra todos en un consulado español de Buenos Aires. Vino luego un tiempo muy duro. Pedro de Ponferrada atravesó nuevas depresiones, se divorció de su mujer (una enfermera de Arganda) y ya viéndose sin hijos, sin dinero, sin amigos y sin ganas de nada que no fuera salirse del mundo, aceptó un empleo interino de oficinista en un matadero municipal. Retirado definitivamente como animador de la cultura, Pedro de Ponferrada fueapagándose poco a poco, algo muy triste para quien llegó a ser el hombre más brillante de su pequeña generación. Yo hacía muchos años que no sabía nada deél, y ahora acabo de conocer el final dolorido de este paisano que no se supo llevar bien con la realidad, algo que no deja de ser un valiente y oscuro merito. 1397124194

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